Un astillero encierra –e irradia- un complejo mundo de saberes, experiencias e identidades. Sus trabajadores se forjan en un largo aprendizaje que los conecta con la tradición y son a la vez constantes receptores de novedades que ponen a prueba sus cualificaciones y capacidad de adaptación. Orgullo profesional, solidaridades de oficio y de clase, acción colectiva y consciencia de sus propias fuerzas les han conferido a lo largo del tiempo relevancia económica, social, política, sindical… En torno a la construcción naval se teje una cultura del trabajo que trasciende lo laboral e impregna la vida. La memoria de los trabajadores y de su saber hacer configura un patrimonio intangible cuyos ecos laten en los espacios de trabajo y resuenan en la sociedad. Conocer, valorar y preservar ese legado conecta al futuro con el pasado enriqueciéndolo.
Las imágenes contenidas en esta exposición remiten a un espacio concreto: el astillero que entre 1888 y 2009 mantuvo su actividad en la bahía de Gijón y que fue popularmente conocido como El Dique. Muchos de los rasgos que distinguieron al colectivo humano que en esas instalaciones trabajó durante más de un siglo en la construcción naval son, no obstante, extrapolables. Los rostros y las palabras de estos trabajadores reflejan experiencias y condensan historias propias de un colectivo laboral con acusada personalidad.