La mina ha sido siempre un territorio de hombres. Y también un poderoso ingrediente en la construcción de la masculinidad de los mineros. A menudo, las mujeres han sido excluidas o invisibilizadas. Al mismo tiempo, la mina ha sido muchas veces cimiento de lucha, solidaridad y conciencia de clase. De esa doble dimensión, masculinizada y obrera, han emergido mujeres fuertes, empapadas de valores comunitarios y capaces de hacerse fuertes en roles que transgredían a la par que parecían aceptar o de traspasar los límites que se les imponían. Presentes durante mucho tiempo en el trabajo en la mina, generalmente en tareas de exterior, en Asturias las “carboneras” llegan a desaparecer de las labores de producción. Pero lo que en un tiempo pudo parecer un avance social dejó de serlo cuando algunas pioneras empezaron a hacer efectivo su derecho al trabajo en un plano de igualdad. Se adentraron así en una tierra de hombres que les había sido vedada y fueron avanzadilla de una transformación que debió afrontar resistencias de muchos hombres y de no pocas mujeres.
Esta exposición tiende un puente entre una de las últimas carboneras y aquellas que fueron abriéndose paso con su presencia en los botiquines, los lavaderos o los pozos. Mujeres de la mina retratadas y entrevistadas como una modesta aportación para que sus rostros y sus voces no caigan en el olvido, para que nunca más sean invisibilizadas o silenciadas.