La instauración del franquismo, tras una sangrienta guerra civil, fue acompañada de prácticas en extremo violentas que no buscaban sino la eliminación del enemigo político. Durante la misma contienda y en los primeros años de posguerra las “sacas”, paseos y ejecuciones fueron moneda corriente en pueblos, villas y ciudades asturianas. Esa enorme inversión en terror fue, con el paso del tiempo y la paulatina consolidación del Régimen, dando lugar a prácticas represivas menos “lesivas” aunque siempre sustentadas en la práctica de la violencia y el ejercicio del terror. Los fusilamientos, las “sacas” y los paseos representan la dimensión más extrema del ejercicio de la violencia, pero no fueron las únicas. Hombres y mujeres padecieron por razones de índole política vejaciones y torturas cuyas consecuencias perduraron en el tiempo. En el caso de las mujeres, además, las prácticas de tortura, humillación y vejaciones tuvieron una clara dimensión de género. Es sobre estos aspectos sobre los que pretendemos poner el foco en la propuesta documental, donde, además de contribuir a reconstruir aspectos desconocidos u olvidados del pasado sobre la represión y la violencia política indagaremos en los mecanismos de la memoria para afrontar episodios traumáticos.