Mieres/Gijón, 14 al 17 de noviembre de 2018

Los procesos de declive industrial representan un cambio traumático para las sociedades que los experimentan. El cuarteamiento de sus bases económicas viene acompañado de profundas transformaciones socioculturales en situaciones en las que la relación entre pasado y futuro se torna particularmente compleja. El vasto legado de memorias y culturas del trabajo, los rasgos identitarios y los vestigios materiales heredados entran en riesgo de desaparición, pero actúan al mismo tiempo como elementos patrimoniales capaces de adquirir nuevos significados y de seguir actuando como referentes colectivos.  ¿Qué sucede con la memoria del trabajo industrial y las culturas ligadas al mismo cuando cierran las fábricas y las minas? A medida que se consuma la transformación de las estructuras socioeconómicas y se va abriendo paso una sociedad postindustrial ¿de qué modo sigue presente el legado que proviene de su pasado reciente? De los rasgos que habían caracterizado a comunidades basadas en el trabajo industrial, cuáles perviven, cuáles son objeto de resignificación y cuáles desaparecen. En qué medida ese pasado sigue constituyendo un activo, ya sea a través de su preservación o de su alteración, y en qué medida puede actuar como un lastre de carácter traumático o generar inercias no deseadas. Cuál es la relación que se establece a este respecto entre pasado y presente y en qué modo el significado y la función que se otorga a ese pasado puede resultar relevante de cara a la construcción del futuro.