Que no te puedes perder…
Experiencia 1: “Elogio del Horizonte” y Cerro de Santa Catalina
En el punto más alto del cerro, la antigua atalaya desde donde se avistaban las ballenas, se alza una de las obras favoritas de su autor: Eduardo Chillida, Premio Príncipe de Asturias de las Artes. El propio escultor vasco confesaba que había recorrido la costa atlántica europea en busca de posibles emplazamientos. Al recibir la invitación de Gijón, tras su visita al Cerro de Santa Catalina, supo que era la ubicación perfecta. Construida en 1990, en el barrio histórico, la escultura fue recibida con recelo por el espíritu irónico de sus habitantes. Hoy es uno de los símbolos de la ciudad y visita obligada. La escultura provoca diferentes impresiones en función del punto de vista. Además, sorprende su efecto caracola, inesperado también para el autor, que captura el sonido del mar en su interior. La subida al cerro despliega una amplia panorámica que ayuda a entender la ciudad, su doble bahía y el fondo de colinas que la cierran por el sur.
Experiencia 2: Termas romanas.
Los baños públicos de la ciudad de Gigia constituyen uno de los yacimientos romanos más importantes del norte de España. Construidos entre los siglos I y II d.C., se descubrieron en 1903, aunque no se abrieron al público hasta 1965. Tras la campaña de excavaciones y restauración del Gijón romano, en los 80 se construyó el actual museo. Cada espacio se presenta con una reconstrucción infográfica de las termas. Mediante luces de colores se evocan las zonas frías, los baños templados, los espacios calientes, los hornos, y se explica el sistema de calefacción romano. La visita permite conocer el desarrollo de la ciudad más antigua de Asturias, fundada hace más de 2.000 años. Las termas son, sin duda, un buen punto de partida para visitar otros fascinantes museos arqueológicos de Gijón, como la Campa de Torres o la Villa de Veranes.
Experiencia 3: “La Laboral de Gijón”.
El mayor edificio construido en España en el siglo XX es un gran desconocido. Sorprende la magnitud del conjunto, de más de 130.000 m², levantado en plena posguerra. Sigue, en apariencia, los ideales de la arquitectura clasicista, pero la visita revela sus aspectos más innovadores. Cerrado en sí mismo, se organiza en torno a la gran plaza central que, con 150 metros de largo y 50 de ancho, sugiere el estilo de las plazas castellanas, aunque su principal fuente de inspiración es la Plaza de San Marcos, en Venecia. En torno a ella destacan la capilla, cubierta por la cúpula elíptica más grande de Europa, el teatro, de fachada helenística, y la torre, el edificio más alto de Asturias y el más alto de España en piedra. Concebido originalmente como orfanato minero, cuando en 1948 comenzaron las obras bajo la dirección del arquitecto Luis Moya Blanco, se había decidido ya que fuera la primera Universidad Laboral del país. Hoy, bajo el nombre de Laboral, Ciudad de la Cultura es una pieza clave de la Milla del Conocimiento de Gijón.
Experiencia 4: Jardín Botánico Atlántico.
Quien espere encontrar un jardín tradicional se sorprenderá. En el Botánico de Gijón puedes perderte en un bosque de robles centenario -declarado monumento natural-, recorrer en silencio una aliseda o pasear por unos jardines históricos del siglo XIX. El espacio dispone, además, de un área didáctica que muestra la vegetación autóctona de ambas orillas del Atlántico. Sin necesidad de salir de la ciudad, permite descubrir el encanto de los espacios naturales propios de Asturias. En verano, en los entornos mágicos del Jardín Botánico se celebran conciertos en formatos únicos.
Experiencia 5: Cimavilla.
En el corazón de la ciudad más cosmopolita de Asturias, el casco antiguo nos transporta a un auténtico barrio marinero. Desde que los romanos abandonaran el primer poblamiento en el Cabo de Torres para fundar Gigia, en el siglo I, la ciudad se contuvo en esta península que parte la bahía de San Lorenzo. Hasta el siglo XVIII, no se produjo el salto a la tierra interior, la configuración actual de la ciudad. En Cimavilla conviven los restos romanos, los recuerdos del pasado pesquero, de los balleneros y las cigarreras de la fábrica de tabacos. También la casa natal y la tumba de Jovellanos, las huellas del Camino de Santiago y la vida nocturna, seña de identidad del barrio. A sus pies, se abre el Puerto Deportivo, antiguo dominio de los marineros y del tráfico con América. Sobre él, uno de los mejores palacios barrocos de la región y la zona comercial de la ciudad.
Experiencia 6: La cultura de la sidra.
La sidra, que descubrieron los romanos cuando llegaron hace dos mil años, es más que una bebida: es una forma de relacionarse, de conversar y festejar. Nunca se bebe a solas ni en silencio. Se comparte con los amigos, la familia o los compañeros de trabajo. Si estás realmente solo, con los parroquianos de la sidrería. No se pide un vaso, se comienza con una botellina. (Y algo de comer para acompañarla). Todo en torno a ella tiene su rito, su vocabulario y su explicación, desde la forma de servirse. Para vivir la cultura de la sidra en Gijón hay múltiples opciones. Entrar en cualquier sidrería de la ciudad, o acercarse, con buen tiempo, a los bares del Puerto Deportivo. Puedes visitar los lagares situados en el entorno rural o escaparte a los merenderos de los alrededores del casco urbano. Si tienes suerte -son eventos organizados para una celebración familiar o laboral, como el fin de un congreso- también podrás participar en una espicha. Técnicamente, la palabra alude a la acción de abrir por primera vez un tonel colocándole una espita. En la cultura popular, es una fiesta tradicional en un lagar. Allí la sidra se sirve directamente del tonel, la comida es casera y se come de pie para que los participantes puedan relacionarse./p>
Experiencia 7: El mar Cantábrico.
En los 90, Gijón redescubrió (y recuperó) su fachada marítima. Disfrutar del espectáculo del Cantábrico es sencillo, prácticamente inevitable, en una ciudad que tiene tres playas y uno de sus puertos deportivos en el centro. Para entender la fascinación de los gijoneses por la playa de San Lorenzo, hay que asomarse por la noche al paseo al que se refieren como “El Muro”, que abarca una vista de tres kilómetros de esa parte de la bahía. El nombre del paseo hace alusión al “muro de contención de las aguas” construido en el siglo XVIII para proteger la ciudad. En invierno, en la zona del puerto, el espectáculo lo pone el romper de las olas, que rebasan a menudo el espigón. Para conocer la escarpada costa asturiana sin salir de la ciudad, puedes recorrer el paseo entre el puente del Piles y el Rinconín, y adentrarte después en el sendero del Cervigón, que nos enfrenta al mar abierto, hasta llegar a la playa de Peñarrubia o a la colina de la Providencia.