Apéndice a la Memoria en defensa de la Junta Central. número VII. Oficio a la Junta General de Asturias desde Trujillo

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Excelentísimo señor:
Con noticia de que los enemigos habían forzado el paso de Somosierra, y con fundadas sospechas de que trataban de sorprender a la Suprema Junta Central, decretó esta el día 1.º del corriente su traslación para salvar el depósito de la soberanía, y la verificó parte en aquel día y parte en el siguiente. Al mismo tiempo, acordó que varios de sus vocales volasen a las provincias, para animar en ellas el espíritu público y mover los pueblos a la defensa de la patria. Entre estos, mi compañero, el señor marqués de Campo Sagrado, fue destinado a los reinos de Jaén y Córdoba, y partió en aquel mismo día con gran dolor mío y de la Junta entera, a la cual había servido, en la sección de Guerra, con tanta actividad, celo y prudencia, con general y plena aceptación. Una comisión de siete fue nombrada, además, para que entendiese en dar las providencias necesarias durante el viaje, y fueron el serenísimo señor presidente y los excelentísimos señores Altamira, Valdés, Contamina, Garay, Saavedra y yo, sin excluir a los demás que fuesen accidentalmente en compañía.
El primer punto señalado para la translación fue Toledo, aunque luego se determinó el de Badajoz, que entonces pareció más a propósito para tomar, en un caso urgente, al norte o al mediodía. Pero, después de cinco días de marcha y uno de detención en Talavera, llegamos a esta ciudad donde, en sesión plena, celebrada esta mañana, acaba de acordarse de que la Junta pase a Andalucía y se fije en alguno de los pueblos cercanos a su costa; y esto con el objeto de buscar fondos, a que ofrece mayor proporción aquel país; de recoger los que vinieren de América y de atender con mayores recursos a la defensa de las provincias del mediodía, oriente y poniente, hoy más descubiertas. Esto es lo resuelto hasta ahora, que aviso a V. E. para que lo eleve a la noticia de la Junta General de nuestro Principado, sin perjuicio de avisar en postdata lo que ocurriere hasta el punto del correo.
Diré también a V. E. que entre los grandes ahogos que angustian a la Suprema Junta Central es uno la falta absoluta de dinero para mantener nuestros ejércitos. El de Cataluña, que tiene a Barcelona en aprieto, es hoy de cuarenta mil hombres. Se espera reunir en Talavera otro de catorce mil, que cubrirá la entrada de esta provincia, donde se fortifican los puentes de Almaraz y del Arzobispo. El del centro, mandado por el general La Peña, tiene orden de cubrir la de Andalucía, siempre que no pueda servir al socorro de la capital como ya, por desgracia, parece cierto; y del ejército del norte sabemos que reúne veinte y cinco mil hombres, aunque no todos en buena organización. Tanta tropa exige poderosos socorros; la nación, exhausta, no puede darlos, y de fuera apenas nos atrevemos a esperarlos por ahora. Parece, pues, justo que nuestra Junta General verifique, si ya no lo hubiere hecho, el envío del millón de reales que, después de los otros dos, ya recibidos, tenía ofrecido, y del cual no hemos tenido otra noticia; y espero que V. E. se servirá dar las órdenes más activas para remitirle, por la vía de Salamanca, al señor don Francisco Saavedra, que se adelanta a Sevilla para socorrer al ejército que se va formando sobre el paso de Sierra Morena, o ya por medio de letras giradas a Sevilla o Cádiz, a favor del mismo señor Saavedra.
No es menos urgente que si no hubiesen partido ya los tres mil hombres que últimamente se pidieron, y fueron ofrecidos por el Principado, se envíen prontamente, para reunirlos al ejército que manda el señor marqués de la Romana. El rumbo de este ejército se dejará a la prudencia militar de este sabio general, puesto que el ejército inglés de Astorga va ya en retirada a La Coruña, y el de Salamanca retrocede a Portugal. Y aunque en la sesión de esta noche, celebrada con asistencia del ministro extraordinario de Inglaterra, se acordó enviar al caballero Stuard y al vocal de la Junta Suprema don Francisco Javier Caro, con las más encarecidas instancias al general Moore para que haga detener uno y otro, y espere la reunión de la Romana, se teme que la dureza de aquel general se niegue a todo buen partido, como ha hecho hasta aquí, y nos abandone.
Yo iré dando a V. E. las noticias que vayan ocurriendo, según lo permitiere el progreso de nuestro viaje, y entretanto, ruego a nuestro Señor guarde su vida muchos años. Trujillo, 8 de diciembre de 1808. Gaspar de Jovellanos. Excelentísimo señor presidente de la Junta General del Principado de Asturias.

Referencia: 11-654-01
Página inicio: 654
Datación: 08/12/1808
Página fin: 656
Lugar: Trujillo
Estado: publicado