Apuntamientos (o mejor pensamientos) extractados de las obras de Turgot (que a su vez los toma de Adam Smith), con los cuales plantea Jovellanos los suyos, para un estudio sobre Econ

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Comienzo de texto: Las ideas y sentimientos agradables mejoran, cuando puros, nuestra existencia hacen agradable la vida.

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Las ideas y sentimientos agradables mejoran, cuando puros, nuestra existencia hacen agradable la vida.
Las opiniones absurdas en materia de piedad y de religión obran en sentido contrario, esto es, alejan a las personas sensatas de la verdadera creencia.
Donde falta la instrucción, los hombres son más ansiosos de obtener los empleos que de merecerlos y más de retenerlos que de desempeñarlos. Los que suben a los primeros sin ella, hacen o toleran mucho mal, por ignorancia o timidez insuperable de ella.
Los principios, máximas y opiniones reciben una especie de sanción de la aprobación de los instruidos; cuando la instrucción abunda, esta sanción es irrefragable.
Es bienhechor del género humano el que le dice la verdad imparcialmente. La instrucción puede convertir los principios en virtudes prácticas y los sentimientos naturales en principios virtuosos.
Esta división de enseñanzas, acomodada a ciertas carreras, produjo la división de la instrucción y la ignorancia de todo lo que no se creyó conveniente a cada destino; desde entonces el interés dirigió la educación a ellos, casi desde la cuna, y los hombres siguieron profesiones sin vocación, con daño público.
En nuestras escuelas, después de la filosofía, derecho, teología, ¿qué hará con esto el que no quiera ser clérigo o letrado? ¿Qué, con la segunda el primero? ¿Qué, con el primero el segundo? ¿El militar, el estadista, el rentista? A la edad en que acaban los estudios nadie puede volver atrás. Paso de la teología a leyes, o medicina. Reflexiónanse los inconvenientes de la falta de vocación.
El cristianismo preservó y extendió la lengua latina por medio de la escolástica, refrenó la ignorancia de los siglos medios, condujo a la moral, de paterna a universal, la metafísica y lógica y la precisión en las ideas, abolió la esclavitud, mitigó y al fin desterró el vasallaje, si no desterró la guerra, la hizo mirar con horror, afirmó la obediencia.
La superstición ignorante produjo las cuestiones de potestad, excomuniones de príncipes, pretensiones de teocracia, armó reyes contra súbditos y, al revés, santificó las conquistas y guerras, encendió las hogueras y afiló los cuchillos, persecuciones, fanatismo, intolerancia; los naturales progresos del espíritu humano en las ciencias fueron disminuyendo estos males.
¡Qué calamidades en los gobiernos asiáticos! Una tiranía tras de otra, ningún consuelo, ninguna esperanza.
La perfección de las bellas artes limitada, como su objeto, la de las ciencias, infinita, porque el hombre, en sus facultades físicas, tiene límites, en las mentales no, por lo menos conocidos; muchos bellos inventos producidos en medio de la mayor ignorancia, lengua, escritura, alfabeto, imprenta.
Las bellas letras cultivan y pulen el espíritu, forman el gusto, dan cierto tacto en él; para discernir las bellezas doman el corazón a veces, lo corrompen, sensibilidad, aprecio de la virtud.
El cálculo necesario en política, comercio y filosofía, sobre todo en la economía, por eso es una ciencia la aritmética política, los cálculos de población, extensión, producciones, circulación, ventas públicas y sus varias proporciones a cuantos gobiernan el todo, los miembros y sus partes.
La justicia natural, fuente de la positiva —es preciso conocer la primera—, el legislador, su ciencia, distinta de la del jurisconsulto y aun el hombre público, su conducta, opiniones y sentimientos.
Instrucción, medio de felicidad universal, difunde la verdad, destierra los errores, perfecciona el espíritu.
Ferias: nacieron en tiempos de ignorancia, guerra y opresión, en que ningún comercio era seguro si no era protegido por la fuerza en tiempos y lugares determinados; así se comerciaba de reino a reino, de provincia a provincia y de pueblo a pueblo; hoy ya no conviene, y porque fijando el comercio, sus puntos le fuerzan quede libre en sus canales, que el interés verá y seguirá sus reglamentos siempre dañosos.
Instituciones: su perpetuidad dañosa, si se fijan, se cambian las costumbres, las opiniones, las necesidades, las ciencias, artes, riqueza y población, y todo cuanto puede decir relación con su fin, si malas, si inútiles, la autoridad pública puede reformarlas, destruirlas, disponer de su propiedad, ella existe por la ley y debe siempre moderarla.
La economía política, dos fines, riqueza pública y privada, multiplicación de subsistencias, dos medios, comercio y agricultura.
Espíritu de cuerpo, dañoso a la instrucción, adoptadas sus opiniones, se erigen en sistemas y se perpetúan, aun la verdad pierde en el concepto de sus rivales y envidiosos, los individuos hacen causa común.
La autoridad de los intendentes, reducida, pero su influencia grande, son los ojos y manos del Gobierno, sus memorias, informes, representaciones, forman muchas veces las leyes, establecimientos y reglamentos de industria, comercio y rentas, ¡cuán necesaria es para ellos la economía! Tanto más cuanto no tienen responsabilidad pues no deciden, los ministros, reconcentrando en sí la autoridad se hacen únicos en ella pero la pueden eludir.
El estudio de la economía hizo conocer cuán miserable era la condición del pueblo, volvió la atención a la agricultura, su industria, comercio, tributos, caminos, milicias.
Corveas (sextaferia): el pobre que vive del salario de su trabajo, obligado a trabajar sin él, su familia y cuidados abandonados a su ganado, distraído de la agricultura, sin miramiento a sus necesidades de temporada, su repugnancia, su poca destreza, la distancia de los trabajos y por consecuencia su poca duración, y la necesidad de rehacerlos. Turgot redujo estos males haciendo los caminos de su provincia por repartimiento demostró la utilidad a los párrocos.
Servicio militar, profesión aborrecida y mal recompensada, sorteos gravosos, exponen a la deserción y otros inconvenientes, la protección hace mil fraudes, mejor hacer un fondo para recompensar a los voluntarios, medio justo, noble, económico, cierto y el que dará mejor tropa. Cuando faltan principios ciertos las decisiones de los que mandan no son resultado de sus raciocinios sino de su situación, carácter y humor, con ellos tiene lugar la intriga y los paralogismos, la ilustración de aquel valor necesario para las grandes empresas, la ignorancia es tímida.
Usura, la libertad de prestar es consecuencia del derecho de propiedad, por consiguiente las condiciones del empréstito pueden ser contrarias a la humanidad y aun a [la] equidad, no a [la] justicia, porque suponen el uso de un derecho legítimo. Los argumentos tomados de la política y una y otra legislación no destruyen esta verdad. El interés del dinero se calcula por los mismos principios que el precio de las cosas, y debe arreglarse por avenencia libre, la ley no puede fijarle sino en defecto de ellas.
Obra de Turgot sobre la Formación de la riqueza (fondo de la de Smith Riqueza de las naciones), defectos en ésta: primero, su opinión acerca del sistema de agricultura; segundo, sobre impuestos; tercero, sobre el gasto de la educación pública y culto religioso; cuarto, trata ligeramente el pensamiento (de) la importante cuestión de la única contribución.
Obra del mismo sobre minas y canteras, reduciendo una legislación a principios derivados del derecho natural. Sólo la ignorancia puede hacer que una nación llena de grandes recursos sea pobre y débil y sin crédito (abuso del crédito).
Marina, matemáticas, geografía naval, mercantil, política, filosófica, táctica del mar, construcción y sus artes subalternas, navegación, astronomía, práctica y hábito de observación. Compárese el actual conocimiento de la especie humana con la inmensa extensión de la naturaleza, para unos abatimiento, para las almas fuertes debe ser un estímulo.
Los sabios, sueltos, deben aplicarse a compendiar cuánto las grandes teorías han adelantado y es acomodable a la práctica.
El espíritu humano, perfectible en el individuo, no en la especie, el hombre nace tan ignorante en Londres como en Tartaria como se cultiva.
Pero en cierto sentido lo es en la especie, las verdades y descubrimientos de un siglo, se comunican a otros, se simplifican, por decirlo así, y hacen más perceptibles, la educación puede en breve tiempo comunicar la sabiduría producida por largos tiempos, largo estudio y largas observaciones. Los métodos facilitan esta comunicación, lengua, escritura, imprenta, lógica, elementos comparados, diccionarios, geometría, álgebra…
Aplicación de las verdades descubiertas a los Gobiernos, a la conducta privada y pública, a las partes, cómo por este medio se puede perfeccionar la industria humana, cómo la moral.
Del descontento del pueblo se valen los intrigantes para hacer novedades. La instrucción puede dirigirse en conocimiento de hechos y de principios, ambos indispensables. El primero imposible de adquirir por un hombre solo, puede hacerse posible, y aun fácil, si se recogen separadamente los relativos a extensión, población, clasificación, cultivo, industria, comercio, necesidades, proporciones de cada provincia y de todas, indispensables para los cálculos de aritmética política, sin ellos ningún ministro dejará de estar. El segundo necesario a cuantos tienen la más pequeña influencia, 1.º en la legislación, para no mandar contra ni fuera de ellos, en el Gobierno, para acomodar a ellos la ejecución e interpretación de las leyes, para decidir u ordenar según ellos cuanto no está ni quede contenido en las leyes para desterrar toda arbitrariedad.
Fin de la asociación, el mayor bien general, éste, el fin de la legislación. Éste, del gobierno, el mayor bien general, no puede ser otro que el mayor bien de cada individuo asociado. Reflexiónese bien sobre esto y se verán muchas importantes inducciones, el fin por tanto de la instrucción debe ser correspondiente a estos fines.
El mayor bien individual, ¿cuál sea? Primero; objeto, el mero necesario (suficiencia); segundo, las comodidades de la vida; tercero: el regalo.
El primero recibe extensión de la cultura de los pueblos, el mero necesario se reduce a poco en un salvaje, es más en el individuo de una sociedad bárbara, y más en el de un pueblo culto, y aun crece según el grado de cultura. La fuente de todo el trabajo, pero el producto del trabajo es primero, proporcionado a las fuerzas físicas, segundo, a las fuerzas morales del individuo, su conocimiento de la naturaleza, del arte, su destreza, efecto del hábito. Reflexiónese sobre esto y dedúzcase de aquí el fin de la instrucción general. No se olvide la moral ni su influencia en la felicidad individual.
La libertad de comercio de granos, alentar al propietario de ellos con la facultad de disponer, y por tanto la agricultura, aumentarlos, conservarlos en manos en que los hallase el pueblo en la escasez, hacer menos variable su precio y evitar que el producto menguase como suelen hacer las leyes opresivas, abolir los privilegios de molinos y panaderos, justicia en su indemnización.
La sextaferia, […] mirada en el presente estado, es un gravamen de la agricultura, ofende, por consiguiente al propietario, él tendrá menos cuanto menos tenga el colono, debiera, por tanto, ser pagada por el propietario, los caminos costarían menos, durarían más. Serían mejores, menos expuestos a reparos. Debe contribuir el clero, porque aquellos de sus privilegios que son opresivos no pueden durar, es de su principal interés suprimirlos.
Proyectos fundados en los errores públicos, ruinosos, y al fin producen peligrosos escarmientos.
Los gremios establecen una pequeña república industrial, por mejor decir, tiranía, monopolizan y obstruyen el uso de las fuerzas individuales, tiranizan al obrero, hacen insoportable la clase de maestros, sujetan las comunidades a gastos inútiles y formalidades ruinosas.
(Interrumpido.)

Referencia: 10-928-01
Página inicio: 928
Datación: 0000
Página fin: 933
Bibliografia: ARGEMÍ, Ll., «Entre los fisiócratas y Adam Smith: Turgot», en Las raíces de la ciencia económica. Una introducción histórica, Barcelona, 1987. LLOMBART, V.,
Observaciones: Datación: dec. 1770. Ref. en: CEÁN BERMÚDEZ, J. A., Memorias para la vida del Excmo. Señor D. Gaspar Melchor de Jovellanos, y noticias analísticas de sus obras
Estado: publicado