Cuaderno decimotercero. Estancia en Jadraque. Día 2 de junio de 1808

Comienzo de texto

Comienzo de texto: Jueves, 2 de junio. – El descanso fue poco, porque el cencerro de la tos sonó la mayor parte de la noche. Se descansó un poco a

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Jueves, 2 de junio. – El descanso fue poco, porque el cencerro de la tos sonó la mayor parte de la noche. Se descansó un poco a la madrugada. Me despertaron con un pliego de la corte, traído por un posta, en que el Duque Regente me llama a ella con orden firmada por el ministro Piñuela. Trae otro para el señor [Juan José] Arias, cuyo contenido ignoramos. Resolvióse detener el posta para que lleve la respuesta de entrambos, y se le avisó.
Salida por la mañana a ver la villa. La iglesia parroquial, bastante capaz, de buena arquitectura y muy limpia. El retablo mayor, de garambainas. El de San Juan, al lado del evangelio, con un muy grande y buen cuadro pintado y firmado por [Antonio] Palomino, en que se conoce la sabiduría del autor en el colorido y claroscuro, así como en el dibujo, aunque en esto y en la composición hay sus defectillos, porque la cabeza del santo parece pequeña y una especie de manto encarnado sobre la vestidura de pieles parece impropio. Tiene bastante del gusto de [Lucas] Jordán. De allí, al paseo de La Soledad, con hermoso arbolado y no buen piso, descompuesto por las aguas y no difícil de reparar y conservar.
A los capuchinos. En la iglesia y su retablo mayor, un enorme cuadro que representa a San Nicolás de Bari, con una composición de muchas figuras de pobres abajo y objetos de gloria arriba. Es bastante bueno, aunque en el colorido, débil, y en el dibujo, menos exacto que Palomino. Buena efigie de El Señor, crucificado, en la capilla de Nuestra Señora, y otra bellísima de San Francisco, en la de su advocación, por el gusto de [Manuel] Pereira, y aun copiada la idea de su famoso San Bruno. Aconsejé que se limpiase un cuadro de Los desposorios de santa Catalina, que tienen en menos aprecio del que merece. Y con esto, después de ver el convento y librería, nos vinimos a casa el amo de ella [Joaquín Verdugo], el coronel don Rafael de Cuéllar [Artacho] y el alcalde nuevo ordinario, don Francisco Gauna, que nos acompañaron.
Comida breve y breve siesta, y mucha inquietud hasta el arribo de papá [Juan José Arias de Saavedra], verificado a las seis de la tarde. Muchos abrazos, muchas lágrimas, muchas exclamaciones interrumpidas por la necesidad de deliberar sobre la respuesta a la orden que trajo el posta. Decidióse al fin: yo contesté exponiendo el débil estado de mi salud y la necesidad de repararla, y pidiendo permiso para ello, y Arias escribió una confidencial a [Sebastián] Piñuela en el mismo sentido, con lo cual se despachó el posta cerca de la oración. La fatiga de espíritu, la mucha conversación y lágrimas del día encendieron extraordinariamente mi cabeza y aumentaron mucho la tos, forzándome a tomar la cama, donde cené y me recogí, temiendo una mala noche.
[…]

Referencia: 08-830-01
Página inicio: 830
Datación: 02/06/1808
Página fin: 832
Lugar: Jadraque
Estado: publicado