Jueves, 17.-Mañana parda; extender el diario de casi dos días; repaso de los prólogos; disposición para recibir al Sr. Pedrayes; lectura de su nuevo proyecto. Por la tarde al convento, con la Monserrata. Al ejercicio poético. A caballo con D. Marcos de Jove; encontramos a D. Agustín Pedrayes a la entrada de Cabueñes; a casa; correo: ventajas de los franceses en el norte. Nombramiento del arzobispo de Toledo (ya inquisidor general) al Consejo de Estado, y del patriarca. Sin duda anda aquí el nuncio. ¿Qué no se hará por las inspiraciones de este pícaro? ¿Qué apostamos a que tiembla por las cosas de Italia y quiere labrarse acá un asilo, y quiere ser también consejero de Estado, o más acaso?
Resolución de la Dirección de Correos (sin noticia del superintendente): primero, que se paguen los 15.725 reales del sobrante de las consignaciones hechas al camino de Gijón (se equivocan; debieron decir alcamino de Oviedo a Santullano); segundo, que se diga el estado del arbitrio del camino de Gijón; tercero, que está acordado que no se carguen censos sobre el arbitrio general, y suspensas las obras. Sólo el primer punto se propuso al señor superintendente. ¡Buena la habemos hecho! ¿Si saldrá así lo de Marina? Areales avisa haber despachado el expediente y puéstole al despacho del 12; le entregó el 10; que nada puede saber de la resolución hasta que se envíe para extenderla. Conclusión de la Carta del P. Andrés Burriel. Día de gran calor.