De [Francisco de Paula Caveda y Solares] a Jovellanos

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Comienzo de texto: Muy señor mío: El golpe sensible con que el cielo acaba de probar el corazón de V.E. en la pérdida de tan buen hermano

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Muy señor mío: El golpe sensible con que el cielo acaba de probar el corazón de V.E. en la pérdida de tan buen hermano me toca de muy cerca para no tomar parte en el dolor. Nada podré decir a V.E. que su profundo conocimiento no penetre ni pueda practicar con conformidad filosófica; ni a la verdad nos resta otra cosa que venerar los designios de la Providencia, en cuyos arcanos la desgracia tal vez suele ser precursora del verdadero bien.
Consideraba yo ocupado su espíritu con esta fatal novedad y en medio de unas circunstancias que se reunieron a hacerla más funesta, como son el quebrantamiento de su salud y la grave indisposición de su amigo. Por lo mismo suspendí hasta ahora enviar el papel adjunto.
Quedo hecho cargo de su contenido, que no siendo más que la pura idea de las facultades que debe comprender el curso de Humanidades Castellanas y su conexión entre sí, nos deja que desear aún la extensión en cada artículo, el método que en cada uno debe guardarse, la división de las lecciones, la duración y repartimiento del curso y el modo de abrazar en pocas máximas o en preceptos generales toda la doctrina de que se debe sacar partido en su enseñanza.
Estos son unos puntos tanto más delicados en la práctica cuanto que vamos a huir de los antiguos métodos, de las sutilezas académicas y de las redundancias y superfluidades que fatigan la memoria de los jóvenes y casi siempre confunden sus talentos.
Crecerán mucho más estas dificultades, si hacemos empeño de aplicar a la lengua castellana todos los preceptos, o generalmente todo lo que abraza la enseñanza, sacando las pruebas de nuestras mejores obras para corroborar la doctrina que se propone. Esto se podrá conseguir en lo que es pura gramática, poética y elocuencia, y aun en la lógica, en la parte dialéctica o disputativa; pero en comenzando ya a inculcar a los jóvenes las ideas abstractas y los conocimientos que sólo tienen su existencia en el entendimiento, cuales son la lógica pura o intelectiva, la ontología, teología y ética, podrá ser que no se saque más partido que el uso material de las palabras, que siempre deben ser escogidas para poner en claro las tinieblas de un entendimiento oscuro, como debemos suponer el de los jóvenes principiantes.
Mas sea la que fuere esta aplicación, siempre debe ofrecer un sinnúmero de obstáculos a qui[e]n como yo se halla destituido de toda instrucción, y si quiero reducir a esto mi estudio, me desentenderé del objeto principal de la enseñanza en detrimento mío y de los discípulos, y robaré a mi estudio el tiempo más precioso que debo emplear en el objeto primario de nuestras lecciones. Además necesitamos una colección de libros castellanos no pequeña, y un cuidado escrupuloso en sacar los mejores ejemplos, los más al caso, los más decisivos y los más claros, circunstancias que no me serán asequibles sin un estudio serio, metódico y diferente del que debo emplear en la instrucción de las facultades principales.
Necesitamos también saber de qué autores podremos valernos con más ventaja, para que recayendo sobre ellos mi estudio y combinando sus ideas, sus preceptos y sus métodos, se pueda establecer un plan de enseñanza que no sea superficial, y un orden seguro y clarificado de materias que destierre toda confusión del talento débil de los niños. Y en esto quisiera yo se extendiera la instrucción que debo esperar de V.E., y que formará este plan particular y este orden metódico según las ideas que V.E. tiene meditadas, y que a mí aún no me es dado comprender.
Estoy leyendo el Curso filosófico de Jiménez, según V.E. me previno. Esta no es obra para instruir a discípulos, sino para los maestros, a quienes supone ya imbuidos en los conocimientos filosóficos de Descartes, Malebranche, Locke, Condillac y Bonnet, obra que, como depurada de las sutilezas de la escuela y fundada en lo más esencial de lo que se debe saber y conocer, es un prontuario de filosofía, en que son tantos los preceptos como los períodos, y obra en cuya explicación necesita el profesor poner en grande a la vista de los jóvenes lo que está tan diminuto, aunque claro, en la expresión del autor, al paso que debe ir reduciendo a máximas generales y preceptos sencillos toda la doctrina esencial que contiene. En esto espero igualmente su instrucción.
Siento molestar la atención de V.E. con estas mis insinuaciones; pero ya en mi actual situación sólo debo acudir a V.E. para que concluya en mí la obra que ha comenzado, y por medio de su instrucción me haga capaz de llevar a colmo sus ideas y de ser útil a la patria y a mis semejantes.
Tuve pensado ir al Sitio; pero viendo que las cosas de la Subdelegación aún no están expeditas, y que mi despacho depende del de aquélla, me pareció conveniente suspenderle hasta que esto pueda verificarse, a no ser que sea otra la voluntad de V.E., de la que estoy siempre pendiente, y en este caso a su menor aviso me presentaré sin tardanza.
Vuelvo a significarle mis fundados temores en lo mucho que V.E. pone a mi cargo en uno y otro ramo. Ciertamente desconfío de mi desempeño, y éste es un torcedor que abruma demasiado mi espíritu. Si V.E. no sostiene su obra, puedo temer con razón su ruina, y quedarán frustradas sus esperanzas y mis sincerísimos deseos.
Me son de la mayor satisfacción las noticias que tengo de su restablecimiento. Quiera S.M. que así siga alargando su salud y llenándola de las mayores felicidades, como así lo desea su más humilde y obligado servidor q. s. m. b.
[Francisco de Paula Caveda].

Referencia: 05-571-02
Página inicio: 571
Datación: 15/08/1798
Página fin: 573
Lugar: Madrid
Estado: publicado