Mi muy estimado amigo y señor: Después de muchas diligencias hechas por Mstr. Price, fabricante de loza de esta villa, pudo lograr la receta adjunta para dar el humo de cobre, que le enseñaron de Valencia. Falto de leña de romero, que es aquí muy escasa, hizo sus primeros ensayos con carbón de piedra, pero sin fruto ninguno. Repitió otros con diferentes carbones, y finalmente con el romero, y sucedió lo mismo, porque, aunque alguna vez logró descubrir el color y el humo del cobre, ha sido siempre muy imperfecto el resultado, y sobre todo muy incierto y vario. Yo no puedo dudar de la exactitud ni del cuidado de Price en la operación, y si la receta es fiel, sólo puedo atribuir el mal suceso a una circunstancia que ella misma indica. Las escorias que exige deben ser resulta de otras operaciones hechas con los mismos requisitos, lo que quiere decir que con escorias comunes nunca se podrá lograr cosa alguna, y que sería preciso hacer venir de Valencia la primera cantidad de escorias necesaria para la operación, que debe producir otras buenas, y proceder así en adelante.
Habiéndome comunicado Price estas dudas, y sabiendo yo que Mr. Skeeper ha adquirido en Valencia el método de dar este humo, y aun lo ha perfeccionado bajo la dirección de usted, le he ofrecido escribirle, enviándole copia de la receta, para solicitar su ilustración en este punto, cuyo paso no daría a no estar, como estoy, íntimamente persuadido del ardiente celo con que usted promueve los adelantamientos de nuestra industria, y de la particular protección que ha dispensado a este mismo establecimiento. Dígnese usted, pues, de ilustrarme sobre este punto, dándonos el juicio que forme de la receta y la resolución de las dudas que produjo, y consultando, si fuera necesario, al señor Skeeper, mi amigo, a quien con este motivo saludo muy afectuosamente.
Esta fábrica sigue perfectamente bien y ha adelantado mucho, así con el descubrimiento de un buen cuarzo, como con la construcción de un molino de viento para molerle, y yo no dudo que llegará a una gran perfección, vista la aplicación e inteligencia con que trabaja el maestro.
Tenemos también aquí establecida una fábrica de botones de pesuña, a cargo de un sevillano, que trabaja mucho y bien y despacha cuanto trabaja por la grande equidad de sus precios. No hablo de otras cosas, porque sé que éstas le interesan sobre todas. Disimule usted a mi amistad esta confianza, y en fe de ella disponga como puede de su muy afecto compañero, amigo y servidor, q. s. m. b.
Gaspar Melchor de Jovellanos.
P.D. Ruego a usted que haga presente mi memoria a los señores compañeros y amigos de Junta y Academia, y que la ofrezca al señor don Domingo, si estuviere en esa corte.