De Jovellanos a Fr. Patricio de la Torre

Comienzo de texto

Comienzo de texto: Mi muy estimado amigo y señor: Aunque había sabido ya por Arce que usted estaba felizmente restituido de su expedición a Fez, he recibido con

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Mi muy estimado amigo y señor: Aunque había sabido ya por Arce que usted estaba felizmente restituido de su expedición a Fez, he recibido con particular gusto la confirmación que me hace de esta nueva en su favorecida de 15 del pasado, la cual además me fue de gran satisfacción por la buena cosecha de manuscritos que usted recogió en su viaje, y por la esperanza en que me dice estar de aumentarla más todavía. Este objeto, cuando no estuviese contenido en las instrucciones del viaje, debía por su importancia y por la utilidad que promete ocupar muy principalmente la atención de usted, a quien desde luego hará mucho honor a su vuelta, además de que le proporcionará la ocasión de emplear después de ella su trabajo y observaciones, ya sea en traducir estas obras, ya en extractarlas y ilustrarlas, con gran provecho de nuestra literatura y gloria de su nombre.
Hubiera querido yo también que los progresos en el estudio del árabe vulgar fuesen al mismo paso, y no puedo dejar de admirarme que en tan largo tiempo y con tan buenos auxilios se haya adelantado tan poco por los jóvenes de la expedición, como colijo de las cartas de Arce. Estotro objeto, primero entre los que tuvo el viaje, es todavía de más recomendable importancia, por lo mismo que debe servir de fundamento a los demás trabajos, en que nada se puede adelantar sin él, porque nunca se debe olvidar que el íntimo y completo conocimiento del árabe erudito sólo se puede alcanzar por el del vulgar, y tanto más cuanto los vocabularios que tenemos de aquél, y aun los que tienen otras naciones, son, sobre imperfectos, muy incompletos. Sin el vulgar no se puede fijar ni la ortografía ni la prosodia arabesca, ni sin éstas entender los escritores, ya prosaicos, ya poéticos de aquella lengua; y como en medio de la sucesiva alteración de las palabras, suele quedar viva y incorrupta la idea de su significación, es visto que de él pende también la verdadera inteligencia de los escritos eruditos, de cualquiera especie que sean.
Yo bien comprendo que muchos obstáculos se habrán opuesto a este estudio, singularmente de parte de usted, que por su edad y estado no podía darse tan fácil y abiertamente al trato familiar de los moros. Pero… ¿qué disculpa tendrán los muchachos, y señaladamente Arce, que por su mismo genio vivo y bullidor habrá buscado este trato, acaso con más intimidad de la que conviniera? Y ¿cómo no supondrá de su parte grande abandono y descuido, cuando después de tan buena proporción y tan largo tiempo no oigo todavía que esté corriente en el habla y la inteligencia de esta lengua? Así que, mi amado fray Patricio, conjuro a usted de nuevo por nuestra amistad y por su misma reputación, que ponga en esto el mayor cuidado, y que, persuadido a que de este artículo pende todo el fruto y toda la gloria de la expedición, no permita que sus asociados le descuiden, y que los corrija y castigue, si tal vez no le miraren con la aplicación que se merece.
Pero en esta parte yo pongo toda mi confianza en usted mismo, no sólo [por] su mayor talento y aplicación, y por la ventaja del conocimiento del árabe erudito, que no llevaron sus compañeros, sino también por el que tiene de la lengua latina, que no pudo dejar de dar muchas voces al árabe vulgar. Porque ¿cómo es posible que el África, poseída por los latinos tan largo tiempo como provincia romana, que recibió las letras, la lengua, las leyes y las costumbre romanas, y que las cultivó con mucha gloria antes de la conquista sarracénica; cómo es posible, repito, que al recibir la lengua de los árabes no haya mezclado y conservado en ella muchas palabras de su antiguo idioma? Ni ¿cómo que estas palabras no existan todavía en el árabe vulgar, que es el lenguaje del pueblo, y por lo mismo el más tenaz en la conservación de sus palabras? Ni ¿cómo que las raíces de estas palabras, aunque desfiguradas y corrompidas, se puedan esconder al que conociendo las lenguas madre y hija, busque cuidadosamente en ésta las riquezas heredadas de aquélla?
Y otra ventaja concibo yo en favor de usted para esta indagación, y es que la Tingitania, en que ustedes se hallan y hacen sus trabajos, fue conquistada y poseída largo tiempo por los visigodos de España; y ya sea que éstos llevasen a ella la lengua latino-bárbara que hablaron después aquí, ora la suya primitiva, ¿cómo es posible que no hubiesen introducido en esa región, como en ésta, muchas palabras de su lengua septentrional? Y ¿cómo que estas raíces se escondan al que compare atentamente las palabras del árabe vulgar, de una parte con la lengua latina, y de otra con la castellana?
Y vea usted por aquí el fruto que se puede esperar del estudio y conocimiento íntimo del árabe vulgar, en favor del estudio etimológico, que es el que perfecciona la inteligencia de las lenguas y de las obras escritas en ellas. Usted mismo lo tocará cada día, al paso que vaya adelantando en este conocimiento; y yo no puedo dejar de esperar que si lograse perfeccionarle, a su vuelta tomará un nuevo aspecto en España el estudio de la lengua árabe y abrirá la puerta a los grandes conocimientos científicos y eruditos que están escondidos en ella.
Tal, por lo menos, es mi deseo. Entretanto doy a usted muchas gracias por la continuación de sus noticias, y le renuevo la seguridad del afecto con que soy siempre su más fino servidor y amigo q. s. m. b.
Jovellanos.
Va la adjunta para Arce; léale usted ésta también si le parece, y estréchele, y no le deje de la mano hasta que se perfeccione en el árabe vulgar, al mismo paso que en el erudito, que esto es lo que conviene al honor y a la fortuna de entrambos.
Tánger.

Referencia: 03-607-02
Página inicio: 607
Datación: 16/01/1801
Página fin: 609
Lugar: Gijón
Estado: publicado