Amigo y señor: Más vale tarde que nunca. Si usted se queja de la poca puntualidad de mi respuesta, tendrá mucha razón, porque pudiera y debiera haber pospuesto otras ocupaciones a la obligación de corresponder a su favor y atención.
Es verdad que no he estado ocioso, pero el paso de alcalde a oidor me ocasionó una multitud de negocios, todos urgentes. Después hice viaje a Cádiz a ver al mayor de mis hermanos, que arribó allí en los navíos que pasaban de Ferrol a Cartagena. Y en fin ya que estoy restituido a mi antigua quietud, tomo la pluma para disculpar mi omisión y significar a usted la singular complacencia con que he sabido de su feliz llegada a ese destino, sintiendo muy de veras las incomodidades a que expuso a usted un viaje que ordinariamente se hace sin riesgo ni fatiga.
Usted podrá desde cualquier parte contar con mi buena amistad y disponer de ella a su arbitrio; y ofreciéndome rendidamente a los pies de todas esas señoras, comunicarme sus órdenes, mientras ruego a nuestro Señor que guarde su vida muchos años. De usted fino y afectísimo amigo
Gaspar de Jovellanos.