Mi muy estimado amigo y señor: Cuando escribí a usted mi última estaba en la persuasión de que el censo del señor don Cesáreo estuviese constituido al 3 por ciento, y me prometía por lo mismo que podría acomodar su compra a nuestra pupila; pero, sabiendo después por el examen de los papeles que estaba al dos y medio, empiezo a dudar que pueda verificarse este negocio, en un tiempo en que se presentan por todas partes más ventajosas imposiciones. Sin embargo, el deseo de complacer a usted nos hace tentar sobre este punto el dictamen del señor Doctoral Inguanzo, nuestro contutor, y si fuese favorable creo que habrá menos dificultad en el de este párroco, que lo es también. De la resulta avisaré a usted, y en todo caso deberá persuadirse de que por nuestra parte, así como hay el mayor deseo de servir a usted, tendremos el mayor sentimiento en no lograrlo. Nada más ocurre que renovar a usted mi amistad con la fina memoria de estos hermanos y el deseo de que me mande como a su más apasionado y afecto amigo
Gaspar de Jovellanos.