Excelentísimo señor: Con fecha de 16 del corriente me avisa don Juan Arias de Saavedra, encargado de percibir mis sueldos en Madrid, que aunque se le pagan allí mis mesadas en vales reales desde junio inclusive, no puede lograr que se le admita a la reducción de ellos en aquella caja por no haber contribuido yo a su fondo, y aunque respondió que nadie le había requerido a este fin, y que estaba pronto a contribuir a mi nombre con el contingente que se me repartiese, tampoco se accedió a ello.
El pretexto de esta repulsa, según entiendo, es de que yo resido en el distrito de la caja de Santander, en lo cual no se ha considerado que mi residencia aquí es accidental y a causa del quebranto de mi salud, que mi destino la señala en Madrid y que allí tengo mi casa abierta y percibo mi sueldo.
Como quiera que sea, puede que por un efecto de esta repulsa no pueda yo reducir a efectivo para mi subsistencia ninguna parte de mi sueldo, ni en Madrid, por la exclusión indicada, ni aquí por no estar aún organizada la caja de Santander, y menos la subalterna de este Principado, donde no ha empezado aún la operación del repartimiento, ni recibídose instrucción alguna a este fin.
Ni verificada esta caja, podré yo tampoco gozar en ella del beneficio de la reducción, por lo menos sin grande atraso y dispendio, pues suponiendo que se me admita al descuento, será preciso hacer venir los vales desde Madrid por el correo, remitirlos por la misma vía a Santander, que dista más de treinta leguas, tener allí un apoderado, sacar letras, pagar los intereses del cambio y esperar los plazos del giro; y V.E. penetrará fácilmente los embarazos, costos y riesgos de esta operación, que por su naturaleza debe ser repetida mensual y periódicamente.
No pudiendo ser esto conforme a las piadosas intenciones de S.M., a quien consta que no tengo otro auxilio para mi subsistencia que el sueldo de la plaza que su real piedad me ha concedido, ruego a V.E. se lo haga presente, a fin de que se digne mandar que se admitan en la caja de reducción de Madrid los vales en que se me pagare mi sueldo; y cuando a esto no hubiere lugar, se digne expedir las órdenes convenientes a fin de que este sueldo se me pague en las tesorerías de rentas de este Principado. Nuestro Señor, etc.