Muy señor mío y de mi mayor estimación: Si yo no supiese que el amor a las letras y un íntimo conocimiento de las ventajas de la instrucción pública pueden realzar los menores esfuerzos hechos en su favor, tendría a lisonja las expresiones con que usted me honra en su carta del 13; mas, no debiendo yo dudar de los sentimientos de usted en este punto, las miro solamente como un desahogo de ellos, y aun por esto las recibo con todo el aprecio a que el celo y la fineza de usted son tan acreedores.
Con el mismo reconozco otra obligación que usted me recuerda, más antigua, más estrecha y sagrada, y no por eso de mi mejor correspondencia. La franqueza y generosidad con que usted me comunicó sus observaciones sobre mi Informe en el expediente de Ley Agraria, la calidad de ellas, y la ocasión y el tiempo en que le debí este favor, exigían de mí más puntualidad en su restitución, por lo mismo que acreditaban en usted aquel alto carácter que, lejos de necesitar de la ciencia para ennoblecerse, la ennoblece y hace más recomendable. No pretenderé, por tanto, excusar mi tardanza. Males, disgustos, ahogo de tiempo y sobrecargo de distracciones y negocios no me permitieron ver este escrito mientras anduve lejos de este retiro, y, aunque restituido a él le vi y examiné con detención y aun me propuse escribir sobre él alguna cosa, la desgracia de haber sucedido a mi único y muy amado hermano en el cuidado de mi casa, el de reparar en este nuevo establecimiento lo que su muerte y mi ausencia habían destruido, y otras ocupaciones y otros estudios, menos importantes a la verdad, pero momentáneamente más urgentes, me fueron emperezando y agravando mi culpa. Estoy pronto a repararla, restituyendo a usted su original en primera ocasión; pero le pido la gracia de que me permita antes sacar una copia de él, puesto que la confianza en que usted me le franqueó no puede privarle de la propiedad exclusiva que todo literato conserva en sus escritos privados, y que tan fácilmente se viola exponiéndolos al uso público por medio de copias furtivas. Mi deseo es añadir a las de usted otras observaciones mías, también para mi uso privado, idea que no puede no convenir al propósito de dos hombres que, en materia tal, sólo deben estar animados del celo del bien público.
En todo caso usted puede estar tan cierto de mi reconocimiento a las honras que me ha dispensado, como del sincero aprecio que hago de su carácter y talentos, y del íntimo sentimiento de no haber podido contribuir a su justa recompensa, y en fe de esta verdad mandarme cuanto quiera como a su más obligado y apasionado servidor que besa su mano.