Mi estimado amigo y señor: Va una plegaria, o más bien una proposición. Necesitamos para la obra de nuestro Instituto dos maromas de 112 y media varas cada una, esto es, 225 varas de dos pulgadas de grueso, y otra de 100 varas de media pulgada, y las quisiéramos de la cordelería de usted y de primera suerte, contando con que se nos dará de la mejor y a más cómodo precio. Pero los fondos disponibles de nuestra obra van a expirar, habiendo resuelto la superioridad que se nos pague en vales la mitad de la pensión sobre el Nalón. No podemos, por tanto, comprar esta partida sino al fiado. Tenemos en Méjico recogidos de nuestra colecta como seis mil duros, y en promesa como otros cuatro mil, bien probables, porque protege esta recaudación aquel señor virrey. Esperamos este socorro de vuelta de la expedición de azogues del señor Galiano; y no cuento con otras promesas espléndidas de aquel reino, porque hechas en otro tiempo aciago y acaso con otras miras, conjeturo que serán tan fácilmente frustradas como ofrecidas. Vea usted, pues, si sobre tal probabilidad quiere anticiparnos esta remesa, bien entendido que a la seguridad del pago siempre estará: primero, el valor de la casa que hoy ocupa el Instituto, cedida a la obra; segundo, el de la casa que fue del abad de Santa Doradla, también adjudicada a ella, y que será efectivo, ora se complete su rifa, ora rifado el producto de ella se venda libremente.
Sea también libre la aceptación de usted en este punto, pues yo propongo más bien que pido. El objeto sin duda me interesa; pero ninguno tanto que quiera poner en contribución para él a mis amigos. Por tanto, si usted aceptare, se entienda bajo del abono de interés de anticipación, que usted cargará con la equidad correspondiente. Todo sea dicho también al señor Vial, si ustedes continuasen en la correspondencia de esta fábrica, como a nuestra vista.