Muy señor mío y de mi mayor estimación: Va con ésta mi mayordomo de campo Francisco Suárez, para enterar a vuestra reverendísima de la pretensión de Rubiera, que después de haberse metido en el territorio de ese real monasterio, y manteniéndose en él contra varios decretos de expulsión, quiere ahora vender el fruto de su usurpación. Yo creo que ningún derecho tiene a él, como que trabajó en cosa ajena; pero también contemplo que éste sería el medio de cortar el escandaloso pleito a que dio lugar y la más escandalosa incidencia que resultó de él. Días pasados se presentó a hacer proposición sobre este asunto; pero yo le dije que nada podía ni quería tratar sin el acuerdo de vuestra reverendísima; hoy insta sobre lo mismo, y por lo mismo le dirijo ésta para que vuestra reverendísima se sirva decirme lo que debo y puedo hacer en el asunto. Dícenme que el monasterio tenía tratado con mi hermano la venta o foro de este terreno; pero yo soy tan nuevo en mi casa como vuestra reverendísima en la suya, y en ésa mejor que en ésta se podía saber lo que pasó. Lo cierto es que yo no soy amigo de adquirir; pero si fuese conciliable mi interés con el de esa estimada comunidad, no me pesaría alejar tan mal vecino de mis buenos renteros. Resuelva, pues, vuestra reverendísima lo que fuere de su agrado, obrando libremente y contando con que aceptaré cualquiera condición que sea equitativa, y sobre todo que en todo caso soy y seré de vuestra reverendísima muy afecto seguro servidor q. b. s. m.