De Rafael de Floranes a Jovellanos

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Excelentísimo señor: Las almas grandes siempre tuvieron la virtud de hacer grandes a las pequeñas. Aunque las encuentren, por despreciables, abandonadas a un rincón, saben sacarlas de allí y hacerlas servir a usos y destinos mayores. Este arte, tentado de muchos, conocidos de pocos, sólo V.E. ha sido capaz de demostrarle prácticamente en las Asturias, donde por su actividad y celo, bien que a costa de tenerle puesto siempre en una continua agitación, por el bien de la humanidad y del estado, se está viendo días ha que no existen almas pequeñas donde hay una grande que las adiestre. Los papeles públicos acaban de dar un buen testimonio, sin otros muchos que habían anunciado anteriormente.
Tan cierta es la sentencia del filósofo que dijo que unus vir totam gentem illustrat, y tan cierta también la de San Agustín, que, a lo que me acuerdo, dice: Optimae animae cum [in] infimis creaturis habitant, non eas ornant miseria sua, quam non habent, sed usu earum bono (De liber. arbitr., III, 9). Ciertamente, mostraría yo no tener en mis venas una gota de sangre de pundonor por la patria, si al tocarse este artículo del público interés y de los intereses que el público puede tener más grandes, le pasase con indiferencia y no me detuviese a saludar a V.E., con las gracias y las enhorabuenas que por lo a mí tocante le corresponden como una deuda de justicia. Otros que abrazan mayor parte en la representación del público se las habrán dado más dignamente; pero de eso mismo se las vuelvo a dar yo.
¡Cuánto envidio la suerte de los que logran tener por director y maestro a un hombre del talento y conocimientos de V.E.! Algún día me había yo propuesto ser su alumno para participar, no de los efectos de su potencia, sino de los influjos de sus luces, que tengo en mucho mayor estimación. Pero mi desgracia, siempre esquiva con quien no la lisonjea, me privó de este bien demasiado temprano, cuando apenas acababa de prometérmele.
La lástima es que, aunque quisiera suplir esta falta, no sé a dónde recurra, porque no encuentro equivalente. El santo Doctor citado proseguía así su sentencia de arriba: Si autem peccatrices animae permittantur habitare in sublimibus locis, inhonestum est; quia non conveniunt illis, quibus nec bene uti possunt, nec ornamenti aliquid conferunt. «Ma in questo è differente il mar dalla corte, che nell’uno chi ben naviga, et nell’altra chi mal opera, ben arriva», como hace ya tiempo dijo el discreto caballero Battista Guarini en la primera de sus cartas para il signor Livio Pessari.
V.E. se consuele con que más nombre dejan los cometas que por menos tiempo y muy de tarde en tarde se presentan sobre nuestro horizonte, que estos otros planetas ordinarios que le circulan cada día. La posteridad ha de ser justa, y ella hará justicia al mérito. De paso que me he tomado este pretexto para renovar a V.E. mi buen afecto, me tomo también la libertad de recordarle que esta librería sigue privada del ejemplar de su excelente Informe sobre la Ley Agraria, que, al paso por esta ciudad en su subida al ministerio, tuvo la bondad de pedir, para verle como yo le tenía preparado a mi uso, no adornado, sino afeado con mis Notas, y se le llevó consigo, a cargo del reintegro. No faltará ocasión en que V.E. tenga a bien mandármele remitir, porque cada día que vuelvo los ojos a su sitio echo mucho de menos una pieza cuya memoria es y será siempre para mí tan dulce y venerable como la de su autor.
Nuestro Señor guarde a V.E. muchos años como deseo.
B. l. m. de V.E. su más atento y obligado servidor
Rafael de Floranes.

Referencia: 03-522-03
Página inicio: 522
Datación: 13/04/1800
Página fin: 523
Lugar: Valladolid
Estado: publicado