Muy señor mío de mi singular atención y respeto: No puedo dejar de dar a V.E. la más completa y feliz enhorabuena por haber logrado nuevamente el volver a ese bello país. Esta noticia, que recibí por el correo de Santiago, el interés que me tomo desde mucho tiempo en favor de sus felicidades, aumentado muy considerablemente con el conocimiento que de V.E. me proporcionó la casa de Santa Cruz, y el saber los grandes y vivos deseos que V.E. tenía de volver a esa desgraciada provincia, todo me estimula más y más a felicitar a V.E. con los más tiernos deseos de que llegue al colmo de su dicha, a pesar de cuanto a ello se pueden oponer las circunstancias del día.
Aquí llegó antes de ayer el general Abadía, de cuya actividad creo podremos prometernos muchas ventajas; por de[s]contado, acaba de desterrar al gobernador de esta plaza, por sólo haberle contestado con debilidad en materia de recursos para sostener la tropa; igualmente dispuso vestir y equipar un brillante regimiento de Asturias, que está aquí con el nombre de Primero, compuesto de los mejores soldados y la más brillante oficialidad, a quien el general ofreció desde luego la mayor consideración que realmente se merece.
Sírvase V.E. disimularme esta confianza que me tomo, hija no más que del cordial afecto que me anima y con el que deseara emplearme en cualquier cosa que fuese de su servicio. Deseo a V.E. las mayores felicidades, como igualmente que disponga como guste de mi inutilidad.
B. 1. m. de V.E. su más atento y afectísimo servidor
Ramón Varela.
P.D. Si acaso V.E. no hace memoria de mí, soy el hermano del cura de Santa Cruz, subteniente del batallón de voluntarios de Santiago.