Rápido vas, y que entre arenas de oro
huiendo vienes de tu humilde origen,
si en aguas pobre, rico en esperanzas;
tú, a quien incierto señaló el destino
5 peligrosa carrera, ora corriendo
de las maternas cumbres desgajado
a discurrir por los medrosos bosques
ignorado y asta vil, ora alzando
la venerable faz más rico rompes
10 por los tendidos valles, donde moras
magestüoso, y los floridos prados,
los verdes sotos y las ricas vegas
generoso fecundas. ¡Guai!, no tanto
aceleres tu curso, y oie un poco
15 del desengaño que tu orilla mora
la saludable voz. Oiela y sigue.
De Ovila ahier los venerables muros
presuroso besaste, y a los hijos
de Claraval tus imprudentes ojos
20 volviste apenas. ¡Ai!, imprudente viste
gemir después sobre tu verde orilla
la humanidá doliente. Allí tus aguas,
por entre riscos ásperos filtrada,
sorbió la tierra en sus ocultas venas,
25 y la impregnando de salud y vida,
generosa rebrota socorriendo
al infeliz, que triste y aquejado
de horribles males y dolores, traga
su benéfico humor, o en él se inunda,
30 y dél la vida y la salud recibe.
Mientras, sin duelo las antiguas ruinas
de la romana Búrsada dejando,
por entre hondas cañadas y altas peñas
corres, tu gloria y esplendor buscando,
35 ¡Ah!, quánto, quánto
de aquel candor con que te ornaba el cielo
en tu rústica cuna! ¡Quánto de ella
olvidado y distante, y quán ageno
de tu varia fortuna! Si ver antes
40 romper un día por los anchos campos
que Aurelia defendió, la altiva frente
de myrto y rosas coronado