Excelentísimo señor:
Para la manutención de don Josef Alvargonzález Zarracina en los estudios de Segovia me parece que bastará una pensión de seiscientos ducados anuales; y el Instituto cuidará de darle ayuda de costa para el viaje y libros porque es pobre y la necesita para uno y otro.
No me atrevo a señalar el tiempo de su mansión allí, porque este penderá de la extensión que debiere dar a sus estudios y de los progresos que hiciere en ellos, según el juicio del profesor don Luis Proust. Juzgo por lo mismo que no convendrá señalarle límites, a lo menos por ahora.
En cuanto a don Timoteo Álvarez Veriña, la guerra pendiente con Inglaterra, y la distancia y el idioma de Alemania, no dejan duda que debe ir a Francia, ni tampoco que yendo allí debe hacer el estudio teórico en París donde la actual situación de aquel país ha reconcentrado las luces y enseñanzas científicas. Allí deberá permanecer por lo menos tres años; y pues el territorio de Francia abraza ya el Principado de Lieja, el Condado de Limburgo y otros países carboneros, podrá pasar después por otros dos, al que le señalare el embajador de España, para hacer en él estudios y observaciones prácticas.
No tengo bastante conocimiento para fijar con seguridad la dotación de este joven, pero por los informes que he tomado, juzgo que la de ochocientos a mil ducados será suficiente anticipándosele una para costear su viaje y abonándosele otra para volver a España.
Así como este joven llevará el encargo de estar a las órdenes del embajador de España en Francia, convendrá que S. M. se digne recomendarle al mismo embajador para que esté a la mira de su aprovechamiento, le dirija y le dispense su protección.
Igual recomendación necesitará don Josef Alvargonzález Zarracina, así al inspector general de Artillería, a cuyo cargo están los estudios de Segovia, como al profesor don Luis Proust.
Yo imploro la de V. E. a favor de uno y otro, y entretanto ruego a Nuestro Señor guarde su importante vida muchos años.
Gijón, 26 de julio de 1797
Excmo. señor
Beso la mano de V. E., su más atento rendido servidor, Gaspar de Jovellanos.
Excmo. señor don Juan de Lángara.