Excelentísimo señor:
Entre los alumnos de primer curso de matemática superior enseñado en el Real Instituto Asturiano, se ha distinguido don Timoteo Álvarez Veriña que obtuvo el primer premio en el certamen que se acaba de celebrar.
Por lo mismo le presento a los pies de S. M. como la mejor primicia del establecimiento debido a su real munificiencia, implorando en su favor la real protección y la de V. E.
Este joven, natural de esta Villa, de 19 años de edad, superiormente instruido en todas las matemáticas puras, el más sobresaliente en dibujo y muy adelantado en la versión de las lenguas francesa e inglesa, tiene un talento igualmente distinguido para las ciencias y para las artes, además de mucha aplicación y buena conducta.
El Instituto no abandonaría a Veriña, si tuviere arbitrio de recompensarle. En su plan entraría con el tiempo la dotación de algún pensionista que salga del reino a perfeccionar sus estudios con la práctica y observación, pero su corta renta no se lo permitirá sino cuando haya completado la colección de máquinas, instrumentos, útiles y libros que exigen los varios objetos de su enseñanza: que es decir, sino dentro de muchos años.
Combinando pues la recompensa de este joven con el bien del público y con los fines del establecimiento del Instituto, juzgo que sería muy conveniente enviarle fuera del reino a estudiar la mineralogía teórica y práctica, con aplicación al ramo de carbón de piedra, y con el objeto de emplearle a su vuelta en las reales minas de Langreo. En cuyo destino podrán ser de tanto servicio sus conocimientos como en las mejoras del cultivo de las carboneras particulares.
Si S. M. se dignase aprobar este pensamiento se le podrá enviar al país extranjero que le señalare el brigadier don Fernando Casado de Torres, con las instrucciones convenientes que le dictare para la dirección de sus estudios, y bajo la inmediata protección y vigilancia del embajador o ministro público de S. M. en el punto a que fuese destinado.
La pensión necesaria para la manutención de este joven fuera del reino, y cuyo señalamiento dejo al arbitrio de V. E., se le podría consignar sobre la dotación particular de las reales minas de Langreo o bien sobre la general de las empresas del Nalón. Tengo entendido que la de las minas es de 360 000 reales al año, que otro tanto goza el horno de carbonización; y que la de las obras del río sube a 860 000 reales, y me persuado a que ninguno de estos objetos podrá ser perjudicado por tan corto sacrificio que por otra parte cederá con el tiempo en ventaja de todos.
Ruego por tanto a V. E. se digne elevar esta suplica a la suprema atención de S. M. apoyándola con su poderoso influjo, como así lo espero de su justificación, por lo que en ella interesan el bien del público y el adelantamiento de esta nueva enseñanza.
Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.
Gijón, 15 de mayo de 1797
Excmo. señor
Beso la mano de V. E., su más rendido afecto servidor, Gaspar de Jovellanos.
Excmo. Sr. don Juan de Lángara.