Excelentísimo señor:
Habiendo debido a la piedad del rey nuestro señor que me permita volver a Gijón para restablecer mi salud, no puedo dejar de representar a V. E., que por reales órdenes de 12 de diciembre de 1792 y 19 de noviembre de 1793, expedidas por el antecesor a V. E. fue S. M. servido de mandarme establecer el Real Instituto Asturiano que su real beneficencia había fundado en aquella villa, para la enseñanza de las ciencias matemáticas, náuticas y físicas: poner en ejecución las ordenanzas que de Real Orden había formado para su gobierno; observar por algún tiempo el efecto de ella para corregirla o mejorarla, si lo necesitase, e imprimirla después; y finalmente, declarar que mientras yo permaneciese en aquel Principado debería estar el director del Instituto a mis órdenes.
Los progresos del establecimiento que constan ya a V. E. prueban bastantemente el buen efecto de mis primeras disposiciones; pero no estando aún establecida la enseñanza de las ciencias físicas por no haber venido a perfeccionar sus conocimientos el profesor nombrado a este fin, primero en Segovia al lado de don Luis Proust, y por su ausencia, en Madrid al de don Josef Gutiérrez Bueno: ni tampoco la de que el brigadier don Josef de Valdés por las luces, celo, probidad que concurren en él y que V. E. conoce tan bien.
Para este nombramiento no juzgo que pueda obstar la comisión que S. M. le tiene confiada en la Cabada pues que entretanto que la desempeña podrá encargarse de servir la dirección el oficial nombrado segundo director don Francisco García González, bajo mis órdenes si tal fuese la voluntad de S. M.
Espero de la bondad de V. E. y de la protección que siempre ha dispensado a este importante establecimiento se digne elevarlo a la suprema noticia de S. M. y comunicarme su real resolución.
Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.
Madrid, 18 de agosto de 1798
Excmo. señor Gaspar de Jovellanos.
Excmo. señor don Juan de Lángara.