Excelentísimo señor:
La casa en que se halla establecido provisionalmente el Real Instituto Asturiano, ofrecida para este fin por su dirección, es pequeña y desacomodada. En ella se ha dado la enseñanza con gran estrechez, y este inconveniente será mucho mayor, cuando se extienda a la mineralogía, que exige un laboratorio, y un gabinete que no pueden caber en ella.
Por esto la construcción de un nuevo edificio, ocupa mi atención muchos días ha, y a fuerza de arbitrios y medios extraordinarios he llegado a esperar que podré verificarla.
A la generosidad del serenísimo señor príncipe de Asturias, debió el Instituto un donativo de dos mil ducados, que destinados a recompensar el gasto de la impresión de la Noticia publicada bajo su augusto nombre, se reservaron para este importante objeto.
Una honrada cuesta que promuevo entre los naturales de este país residentes en España y América, ha producido ya otra igual cantidad y, como circula actualmente por Nueva España y Perú, confío en que me dará algún más decente socorro.
La escuela de primeras letras fundada por mí en esta villa como testamentario del difunto abad de Santa Doradía, y incorporada al Instituto por Real Orden, necesita también un nuevo y más cómodo edificio. Mi designio es, combinar esta necesidad con la del Instituto haciendo uno que sirva a entrambos, y costeando la parte correspondiente a la escuela con sus fondos.
Por último la casa cedida por mi hermano para el establecimiento provisional del Instituto perteneciente al vínculo de nuestra familia servirá al mismo objeto. Mi hermano que es su poseedor la cede absoluta y perpetuamente a S. M. para que vendida concurra a los gastos de la nueva obra, o adjudicada al Real Instituto sirva su renta para reintegro de los que se gastare en ella de sus fondos.
Esta casa vale 5000 ducados, y mi hermano como poseedor del vínculo, y yo como su inmediato sucesor impetraremos la correspondiente real facultad para seguridad de esta cesión.
Estos son señor Excmo. mis medios, y mis esperanzas, aunque no alcanzan todavía a llenar la exigencia del objeto, fundo otra de superior especie en la protección que por S. M. dispensa benignamente a las ciencias, y en el amor que V. E. les profesa. En las estrechas circunstancias del tiempo fuera temeridad pedir algún socorro del real erario o de la consignación de la Marina; pero la recomendación que lleva consigo este importante objeto, me hace esperar que V. E. aprobará un arbitrio con que se le puede socorrer sin inconveniente, ni gravamen.
V. E. sabe, que el Real Instituto se ha ideado para promover el cultivo del carbón de piedra, a cuyo fin se dirige principalmente su enseñanza. Con el mismo se promueven las varias empresas del Nalón, las cuales tienen corrientes sus consignaciones que suben a 1560 000 reales al año. Sobre ellas se podría señalar al Instituto un socorro de 60 000 reales por una vez, pagaderos en el año próximo a razón de 5000 reales cada mes, y con preciso destino a esta obra.
La analogía que hay entre uno y otro objeto, que con el tiempo se auxiliarán y darán la mano, perfeccionándose el cultivo de las carboneras, y el comercio de los carbones, al paso que la enseñanza de la mineralogía y la náutica; me hacen esperar que V. E. elevando esta proposición a la suprema atención de S. M., la apoyará con su poderoso influjo, como así se lo ruego muy encarecidamente.
Nuestro Señor guarde a V. E. muchos años.
Gijón, 15 de mayo de 1797
Excmo. señor
Beso la mano de V. E., su más rendido afecto servidor, Gaspar de Jovellanos.
Excmo. señor don Juan de Lángara.