Idilio decimoséptimo. A un supersticioso

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Comienzo de texto: ¿Por qué consultas, dime, con las estrellas, Favio, y vas en sus mansiones tu horóscopo buscando?

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¿Por qué consultas, dime,
con las estrellas, Favio,
y vas en sus mansiones
tu horóscopo buscando?
5 ¿Son ellas por ventura
a quienes fue encargado
dar principio a tus días
o término a tus años?
Las vidas de los hombres
10 no penden de los astros,
que en el Olympo tienen
moderador más alto.
Aquel gran Ser, que supo
con poderosa mano
15 los orbes cristalinos
sacar del hondo cahos;
que enciende el sol, i guía
su luminoso carro;
que mueve entré las nubes,
20 de estruendo i furia armado,
su coche, i forma el trueno;
que vibra el fuerte rayo,
refrena el viento indócil,
y aplaca el mar turbado;
25 aquél es de tu vida
el dueño soberano,
y él solo en sí contiene
la summa de tus años.
Implórale, i no fíes
30 tu dicha a los arcanos
del tiempo, ni al incierto
compás del Astrolabio.
Implórale, i no alces
tus ojos al Zodiaco,
35 que a sus constelaciones
del hombre no ligaron
las dichas ni el contento
con ciega ley los hados.
Implórale, i ahora
40 escrito esté el amargo
momento de tu muerte
sobre el fogoso Tauro;
ora por las Pleyadas
no visto, del Aquario
45 guardado esté en la urna,
respeta de su brazo
la fuerza omnipotente,
y adórala postrado:
que no de los Planetas
50 ni los volubles astros
pendiente está tu vida,
mas sólo de su brazo.

Referencia: 01-265-01
Página inicio: 265
Datación: 0000
Página fin: 266
Estado: publicado