¿Quién me dará que pueda,
Batilo, remontado
sobre el humilde vulgo,
seguirte por el arduo
5 camino por do corres
con giganteos pasos
al templo de la Fama?
¿Quién me dará que al alto
monte contigo pueda
10 subir, a henchir mis labios,
cual tú, de dulce néctar
en el raudal castalio?
¡Pluguiera al dios intonso
que juntos del Parnaso
15 venciésemos la cima,
y en ella, rodeados
de gloria, a par del Numen
viviésemos loando
de la virtud divina
20 la gracia y los encantos!
Entonces sí que, libres
del soplo envenenado
del odio y de la invidia,
burláramos cantando
25 sus tiros descubiertos
y sus ocultos lazos;
entonces sí que, lejos
del turbulento bando
que sigue los pendones
30 del vicio, y agitados
de un estro más divino,
las liras, por la mano
de la amistad guarnidas
de oro y marfil, tocando,
35 los cielos de armonía
hinchéramos, en tanto
que la parlera Fama
llevaba resonando
unidos nuestros nombres
40 desde el Arcturo al Austro;
entonces sí que, absortos
al peregrino encanto
de nuestra voz, los hombres
huyeran desde el ancho
45 camino de los vicios
hasta los poco hollados
senderos que conducen
a la virtud, ganando
con santo ardor la altura
50 do tiene el soberano
rector del cielo al justo
su galardón guardado.