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FRAGMENTOS
V. MONUMENTOS DE LAS BELLAS ARTES
[re]presentan la muerte de Favila. Las hallé, con efecto, en el capitel de una de las columnas exteriores que adornan la puerta principal de la iglesia, y don Juan Cónsul, que me acompañaba, sacó de todo el capitel una buena copia, que conservé. Pero como yo advirtiese en otros capiteles de la misma iglesia entalladas varias figuras caprichosas y de significación indeterminada, dudé si las de aquél se debían atribuir al objeto que creyó Flórez. Algunos años después, reconociendo la iglesia (ya desierta) del antiguo monasterio de Villamayor, advertí que en el fondo de uno de los sillares de la pared y al lado de la puerta principal hay una escultura que representa un hombre a caballo con un halcón en la mano, y una mujer que, avanzándose detrás, le detiene mientras él vuelve como a hablar o mirarla. Y como no haya por allí ninguna otra escultura y ésta, por su forma y sitio, parezca puesta con el propósito de significar algún hecho determinado, suspendí mi juicio. Y he querido apuntar la noticia para que otro forme el que estime más probable. Villamayor fue monasterio de las monjas benedictinas incorporado después en el de San Pelayo. Aún existía en tiempo del obispo don Gutierre, pues hay memoria de él en el códice de sus sínodos.
Hay en Avilés una antigualla poco conocida, aunque expuesta a la vista de todo el mundo, y que da lugar a algunas reflexiones. Es un capitel de hermoso mármol blanco, de orden corintio, de carácter grandioso, perfectamente trabajado y bastante bien conservado. Hoy sirve de pila para el agua bendita y está a la parte exterior de la puerta de la parroquia de San Nicolás, a mano derecha como entramos. Ya se ve que para este destino se hubo de excavarlo en la parte superior. Como sea obra del mejor gusto y de mano inteligente, es claro, primero: que por sus módulos se puede determinar el tamaño de la gran columna que coronaba; segundo: que como la columna sea en la arquitectura un cuerpo de apoyo, hace conjeturar que pertenecía a un grande y magnífico edificio, ora fuese templo o palacio, o cosa semejante; tercero: que la materia y el tamaño prueban lo mismo que su forma; cuarto: que no siendo verosímil que esta pieza suelta fuese traída allí de lejos, prueba también que tal edificio honró alguna vez a Avilés; quinto: que por todo lo dicho se puede inferir que este monumento por lo menos perteneció a la época del dominio romano. ¿Será, acaso, que perteneciese a alguno de los muchos palacios que, como dice Mariana, edificó en España el emperador Galieno, pues que en Avilés hay un barrio llamado Galiana o La Galiana? Otros lo juzguen: yo no hago más que indicar. El arquitecto Peña Padura sacó de este capitel para mí una bella copia que pereció: pero él podrá confirmar y tal vez ampliar lo que digo, pues vive en Madrid.
No se olvide el mejor monumento de las artes modernas que hay en Asturias: el sepulcro del señor Valdés en Salas. Yo hice en otro tiempo su descripción exacta. Pero no hay bastante memoria para repetirla. Conténtome con decir, primero: que consta de tres cuerpos que suben hasta la bóveda de la iglesia colegial de aquella villa, al lado del evangelio; segundo: que además de las estatuas del prelado y sus asistentes, que son casi de tamaño natural, hay otras varias que representan sus virtudes; tercero: que es de mármol blanco, al parecer de Carrara, y muy recomendable por la excelencia de la obra, que es del mejor estilo de aquel buen tiempo. Yo he creído siempre que fue trabajado en el mismo lugar, pues que ni tan gran mole pudo venir del interior, ni lo permitían nuestros caminos. Son dignas de publicarse las dos inscripciones grabadas a los dos lados del gran zócalo, que expresan los cargos y dignidades de este célebre asturiano. Al lado [del al]tar mayor están los sepulcros de sus padres, con dos bellas estatuas de mármol. Los nombres de los testamentarios que llevaron estos monumentos se conservan en la cornisa de la reja de fierro que divide el presbiterio. El archivo de la colegiata no conserva memoria alguna de su autor ni del lugar en que se hicieron. Acaso se hallará en el del conde de Miranda. Si se quiere alguna mayor noticia o copia, podrá proporcionarla el conde de Peñalba, que posee allí uno de sus mayorazgos.
Otros monumentos habrá de que yo no sepa o no me acuerde: pero jamás echaré de mí el sentimiento de que no se hayan hecho excavaciones en Lugo. ¡Quién duda producirían algunos monumentos importantes para ilustrar nuestra historia y geografía Antigua!.
VI. FUEROS
He indicado que Avilés tiene su fuero dado, según creo, por Alfonso VII. Tiénelo también Oviedo, de don Fernando IV, y no hago memoria de que mencione otro más antiguo. Hácese mérito alto en aquella ciudad de otro p[rivilegio que] ha de ser del mismo príncipe porque se llama de l[a …] ignora su objeto. Por él, según ahora recuerd[o, tenía la] ciudad el derecho de señalar o hacer los estercol[eros] y percibir la utilidad de su producto. De la antig[ua …] municipal de Oviedo, del tiempo de Alfo[nso… me]moria en el artículo enviado a Concha p[ara …] Sancha.
Tienen, en fin, su fuero Llanera, Llanes, Siero, Valdés y Villaviciosa. De todos tuve copia, menos del primero. Creo que de éste la tenga el señor consejero Pastor; y de paso advertiré que en este ministro se hallarán muchos documentos relativos a nuestra historia (si es cierto lo que se me aseguró muchas veces en mis viajes), a saber: primero, que al establecimiento de la Audiencia de Asturias se llamaron a ella los privilegios originales de [interrumpido]

Referencia: 09-505-01
Página inicio: 505
Datación: 1804
Página fin: 511
Estado: publicado