Oración pronunciada en la Sociedad Económica de Madrid con motivo de la distribución de premios

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Señores: Este día que una orden emanada del trono señaló a la Sociedad como el más oportuno para recompensar la aplicación y el mérito, debe ser por muchos títulos fausto y solemne para los amigos de Madrid. Siglos ha que la Iglesia le tiene consagrado a la piadosa memoria del santo tutelar de esta gran villa, de aquel venerable madrileño que supo santificar el ejercicio de la vida rústica con el de todas las virtudes civiles y evangélicas. Ahora, nuestro augusto fundador, movido del mismo impulso, establece en él un aniversario de piedad y beneficencia pública, para que con el ejercicio de estas provechosas virtudes se santifiqué también nuestro patriótico instituto.
¡Cuán grande, cuán augusta es la obligación que esta circunstancia nos impone! La Sociedad se ha desvelado por desempeñarla cumplidamente, y ¡ojalá que el efecto hubiese correspondido a sus intenciones!
Una terrible plaga, tan antigua como el mundo, y que de tiempo en tiempo le aflige y le destruye en alguna de sus regiones, había desolado en los años anteriores los campos de esta provincia, ahogando en ellos antes de sazón la fortuna y las esperanzas de nuestros aldeanos. Lleno de sabia previsión el Gobierno, después de haber dictado aquellas providencias momentáneas que la cercanía del riesgo y la urgente gravedad del mal exigían de su celo, quiso recoger mayores luces y conocimientos acerca del origen de esta calamidad y sus remedios, para mejorar la legislación en un punto tan importante de policía rústica. La Sociedad, respondiendo a sus deseos e insinuaciones, abre un certamen de ingenio; convoca los sabios al combate; los inflama con un premio de interés y de gloria, y los ve concurrir a él de todas partes. Naturales y extranjeros le ofrecieron a porfía los conocimientos debidos al estudio y la experiencia; pero no tuvo el consuelo de hallar un solo combatiente que arrebatase la corona prometida.
No obstante, si en los escritos presentados no halló la Sociedad plenamente satisfechas sus miras, vio a lo menos en ellos muchas buenas y útiles ideas esparcidas acá y allá, cuya redacción metódica podrá ilustrar considerablemente el asunto propuesto. Para no defraudar, pues, al público de tan provechoso beneficio, se encargó de formar por sí misma una memoria que los reuniese y mejorase, y fió su desempeño a dos individuos, en cuyo superior talento descansan hoy aquellas esperanzas que no pudieron colmar sus antiguos esfuerzos.
No fueron ciertamente más eficaces, pero fueron más felices los que hizo para promover la industria popular; y en este punto se debe la mayor parte de gloria a la ingeniosa generosidad de un individuo, que le ofreció los medios de realizarlos. Este ilustre y modesto ciudadano supo descubrir nuevos objetos al trabajo del pueblo, supo dar nuevos estímulos a la industria doméstica, y supo, finalmente, demostrar que la riqueza de las familias podía encontrarse en el aprovechamiento de aquellos desperdicios de la aplicación y del tiempo, con que están tan bien halladas la pobreza y la desidia.
Vosotros, señores, oiréis con admiración los varios rumbos que siguieron los aspirantes para conseguir este premio, y el ingenioso afán con que corrieron a él. La Sociedad, que los examinó llena de ternura, ha inventado un medio de hacer compatible la justicia con que excluía del premio, y el deseo de recompensar la aplicación laudable, aunque menos dichosa de algunos concurrentes. Con esta idea hizo acuñar las medallas y acordó las distinciones cuya distribución vais a oír, y con ella el mejor testimonio de su equidad y beneficencia.
Ni descansó aquí su ardiente celo. Los buenos efectos que había producido la publicación de este premio la hicieron desear con ansia fijarle para los años sucesivos, perpetuando con el estímulo la esperanza de iguales ventajas. Pero sus facultades no llegaban tan allá como sus deseos. Otro digno individuo se presenta lleno de generosidad a auxiliarla, y deseoso de participar de la gloria que va siempre unida al ejercicio de las virtudes patrióticas, promete suplir a la escasez de sus fondos y pagar este premio, entre tanto que la Sociedad obtiene de la munificencia de su augusto fundador la dotación deseada.
Tales son, señores, los objetos que nos ocuparán en la presente sesión. La Sociedad, que tiene la satisfacción de exponerlos a vuestra vista, no puede ser insensible, ni dejar de responder con la más sincera gratitud al honor que le hacéis en presenciar y autorizar sus asambleas, y en venir a convenceros, por medio de tan frecuentes testimonios, del incesante desvelo con que promueve el bien y la prosperidad del país.
15 de mayo de 1785.

Referencia: 10-630-01
Página inicio: 630
Datación: 15/05/1785
Página fin: 632
Destinatario: Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País
Manuscritos: Archivo de la Sociedad Económica Matritense, leg. 69/6
Ediciones: Colección de varias obras en prosa y en verso del Excmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos, adicionadas con algunas notas, edición de R. M. Cañedo, vol. II. Madrid, 1832, págs. 405-408.
Bibliografia: Distribución de premios hechos por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid en su Junta Pública General de 24 de diciembre de 1784, Madrid, Imp. J. Ibarra, 1785. DOMERG
Estado: publicado