Poesías Atribuidas. A la luna

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Comienzo de texto: ¿A dónde vas, vestida de suaves resplandores, con paso tan callado, oh reina de la noche,

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¿A dónde vas, vestida
de suaves resplandores,
con paso tan callado,
oh reina de la noche,
5 en tanto que Morfeo
con plácidos vapores
suspende las tareas
de fieras, aves y hombres?
¿Qué impulso, qué destino
10 tu reluciente coche
eleva en los collados
del húmedo horizonte?
¿Por qué la sombra ahuyentas
de los celestes orbes,
15 y en el paterno caos
sepultas sus horrores?
¿Por qué con luz radiante
al Érebo te opones,
y su heredado imperio
20 le usurpas a la noche?
¡Qué inútil desperdicio
de luces y fulgores,
que el mundo soñoliento
ni ve ni reconoce!
25 ¡Cuán vana y oficiosa
los derramas sin orden
por las desiertas playas,
por los medrosos bosques!
Mas ¡ay!, que ya descubro
30 la fuerza que dispone
tus rumbos, e imperiosa
da causa a tu desorden.
Un numen implacable
te arrastra, un numen rompe
35 de tu pudor los lazos,
y enciende tus pasiones.
Ni el escuadrón inmenso
de estrellas y de soles
que sigue lento el curso
40 de tu esplendente coche;
ni el trono en que resides,
bañado en luz, ni el noble,
alto, inmortal origen
de tu deidad triforme,
45 bastaron a librarte
de amor y sus arpones.
Tú amas, sí; tú sigues
la ley que reconocen,
con fuerza irresistible,
50 los hombres N los dioses.
Y en tanto que, corrida,
quisieras las regiones
trocar del alto cielo
por los tartáreos bosques,
55 del duro amor guiada,
registras todo el orbe,
las playas y los valles,
los mares y los montes,
buscando ansiosa y triste
60 al barragán que sobre
las cumbres de Tesalia
el hado de ti esconde.
Le hallas, por fin, mas cuando,
amante, reconoces
65 de tu pasión la causa,
y al dulce triunfo corres,
el mísero, insensible
y hundido en sueño torpe,
ni a tu esplendor despierta,
70 ni aun sueña tus favores.

Referencia: 01-329-02
Página inicio: 329
Datación: 1786
Página fin: 330
Estado: publicado