Poesías Atribuidas. Manifestación del estado de España bajo de la influencia de Bonaparte en el Gobierno de Godoy. Oda

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Comienzo de texto: No existe, Arnesto, ya ni remembranza de los claros varones, que a la frente de ibéricas legiones llevaron el terror y la matanza

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No existe, Arnesto, ya ni remembranza
de los claros varones,
que a la frente de ibéricas legiones
llevaron el terror y la matanza
5 de la una a la otra zona
en su esfuerzo, en su brazo, en su tizona.
La ponderosa lanza que terciaba
Villandrando en sus hombros,
y a doquier que forzado la vibraba,
10 lanzaba muerte, asolación y escombros,
yace ha tiempo olvidada,
envuelta en polvo y del orín tomada.
Las ruinas de Sagunto son padrones
que al pie del Turia undoso
15 explican con silencio majestuoso
que fueron sus indómitos campeones
confusión del romano,
hoy vergüenza y baldón del castellano.
El atrevido, el ínclito extremeño,
20 que con las huestes fieles
fió su vida al ponto en frágil leño,
y se orló en otro mundo de laureles,
desde la fría tumba
nos da en rostro con Méjico y Otumba.
25 Sí, Arnesto, disipóse cual espuma
el tiempo bienhadado
en que el valor de España vio asombrado
el lacio imperio, el moro y Motezuma:
hubo, Arnesto, hubo día
30 en que la patria tuvo nombradía.
Mas hoy triste, llorosa y abatida,
de todos despreciada,
sin fuerzas casi al empuñar la espada
que ha sido en otros tiempos tan temida,
35 mueve apenas la planta
y los ojos del suelo no levanta.
A su lado se ve el pálido miedo,
la encogida pobreza,
la indolente y estólida pereza,
40 y la ignorancia audaz que con el dedo
señala a pocos sabios,
y con risa brutal cierra sus labios.
La religión del cielo descendida,
con tanto acatamiento
45 por abuelos a nietos transmitida,
ve en el retiro de su augusto asiento
que los hijos que crecen
bajo su sombra, la ajan y escarnecen.
Los ministros sacrilegos de Astrea
50 penetran en el templo,
y con maldad horrible, sin ejemplo,
pisan, rompen el velo de la dea,
y el fiel de su balanza
lo inclinan al poder o a la venganza.
55 El adulterio por los patrios lares
entra y sale corriendo,
y las palmas con júbilo batiendo,
cuenta ufano los triunfos a millares:
los justos se comprimen,
60 llora Himeneo, las Virtudes gimen.
La devorante fiebre ultramarina
al suelo hispano pasa,
deja yermo el tugurio, al pueblo arrasa,
y el sacro Betis la cabeza inclina
65 sobre su barba cana,
viendo el estrago de la peste insana.
Nuestras naos preñadas de riqueza
de las minas indianas
surcan el golfo, navegando ufanas
70 al puerto hercúleo. ¡Ay, qué de tristeza,
de males y de estrago
las de Albión preparan sobre el lago!
Al mismo tiempo de su templo Jano
va las puertas abriendo,
75 y el aldabón, los clavos sacudiendo,
forma un ruido que aterra el pecho humano;
da el bronce el estampido,
salta la sangre, escúchase el quejido.
En tanto España, flaca y amarilla,
80 el ropaje rugado,
destrenzado el cabello, y a su lado
postrados los leones de Castilla,
alza las manos bellas
a los cielos, de bronce a sus querellas.
85 ¿Hasta cuándo, prorrumpe, Dios eterno,
ha de estar levantada
la veneranda, la terrible espada
de tu justicia inmensa? Tu amor tierno,
tu piedad sacrosanta,
90 ¿a mis hijos no acorre en pena tanta?
Los talleres desiertos, del arado
arrumbado el oficio,
el saber sin estima, en trono el vicio,
la belleza a la puja, Marte airado,
95 sin caudillo las tropas…
¿Tornan, Señor, los tiempos de don Opas?
¿En esto había de parar mi gloria?
¿Mi fin ha de ser éste,
y falsías, y guerra, y hambre, y peste
100 los postrimeros fastos de mi historia?
Mi llanto continuado,
¿no podrá contener tu brazo airado?
Vuelve, Señor, el rostro a mis pesares,
vuelve al horco la guerra,
105 pureza al éter, brazos a la tierra,
el debido respeto a tus altares,
prez y valía al bueno,
a Temis libertad, paz a Miseno.

Referencia: 01-335-01
Página inicio: 335
Datación: 1786
Página fin: 338
Estado: publicado