Aquellas cosas que solíamos hacer
Cuando era más joven solo tenía ganas de volver, cada semana, año tras año, todo era maravilloso, todo resultaba entretenido, cada lugar nuevo era un universo nuevo por descubrir, cada persona una oportunidad de sumar un nuevo amigo.
El invierno parecía verano y el verano parecía eterno, el único momento de desasosiego era la llegada de la tarde del domingo cuando tocaba regresar.
Pero a medida que iban pasando los domingos, sin darnos cuenta, el cuento estaba cambiando, poco a poco, en silencio hasta darnos cuentas que volver ya no era tan especial como lo había sido siempre.
Álvaro Sutil González