“Caminos de ida y vuelta” se centra en la emigración económica a Europa en los años sesenta y setenta del pasado siglo XX. Una emigración que coincide con los años dorados de prosperidad europea y del “desarrollismo” en España y que va dirigida fundamentalmente a Francia, Alemania, Bélgica, Suiza y en menor número a Holanda e Inglaterra. En apenas una década emigran desde España más de dos millones de hombres y mujeres jóvenes, aunque las cifras son difíciles de precisar porque aproximadamente la mitad lo hicieron de forma irregular: con visado de turista, alegando ir a visitar a algún familiar o sencillamente cruzando la frontera de forma clandestina. Asturias es uno de los principales focos emisores de esa emigración, decisiva para el desarrollo económico y social de aquellos años.
El esfuerzo de quienes se fueron al extranjero a trabajar en la industria, las faenas agrícolas o el servicio doméstico y que mes a mes enviaban sus ahorros sirvió para mejorar la vida de sus familias en el lugar de origen, aportó fondos a las entidades financieras y, por tanto, a la inversión y supuso al mismo tiempo una vía de contacto con sociedades más libres y avanzadas.