Los soldados asturianos en la guerra contra el cáncer

Presente y futuro. Una docena de equipos luchan a diario en el Principado pese a la carencia de medios y una pandemia que lleva dos años lastrando sus avances

Mario Fernández Fraga, coordinador del área del cáncer en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) destaca el nivel de la investigación -básica, traslacional y clínica- que se desarrolla en el Principado en el campo del cáncer, con grupos de «gran capacidad y una importante relevancia, nacional e internacional». Solo en el ISPA trabajan catorce grupos «muy especializados», entre los que se encuentra el de Genómica, cáncer y envejecimiento.

También Francisco Vizoso, jefe de la Unidad de Investigación del Hospital de Jove, comparte esa visión: «Asturias tiene muchos y muy brillantes investigadores. Y una red hospitalaria importantísima, con médicos que están desarrollando un tratamiento oncológico de altísimo nivel». Aunque puntualiza: «Siempre se puede hacer más». Para ello es básico, cree, contar con más recursos económicos y retener talento.

Unidad de investigación del Hospital de Jove

Francisco Vizoso

«Buscamos alternativas al tratamiento en función del pronóstico del tumor»

«Si viviésemos eternamente, todos tendríamos cáncer». El doctor Vizoso afirma que la colaboración entre diferentes especialidades y disciplinas científicas «es fundamental» para hallar una solución «a esta lacra».

Su trabajo se ha focalizado en estos últimos años en estudiar y probar el efecto antitumoral del secretoma de las células madre uterinas en diversos tipos de tumores. En lo que respecta al cáncer de mama, los resultados obtenidos en los ensayos con animales son esperanzadores. La combinación de este producto con los tratamientos clásicos, como la quimioterapia, «puede contribuir enormemente como una alternativa terapéutica», señala. Gracias a la financiación de la Sociedad Española de Urología, ahora probarán los resultados en casos de cáncer de próstata.

El Ministerio de Sanidad también les financia un trabajo de investigación en cáncer de mama en el que además de evaluar el pronóstico del tumor «nos preocupamos por buscar alternativas al tratamiento» en función de ese pronóstico. Y en Jove están especialmente «ilusionados» con un proyecto para estudiar unas partículas del secretoma de las células madre, los exosomas, «muy interesantes porque tienen la capacidad de ir a donde está la inflamación o el tumor, entrar en la célula tumoral y añadir todo su contenido de efectos antitumoral. Yendo a la zona se evitan efectos adversos al resto del organismo», destaca. El uso de esta estrategia en casos de enfermedad inflamatoria intestinal también está siendo objeto de estudio.

Grupo de Epigenética del Cáncer y Nanomedicina del ISPA

Mario Fernández Fraga

«Podemos determinar si un tipo de cáncer va a ser más o menos agresivo»

Es uno de los grupos de investigación en cáncer consolidados del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), del CSIC y el IUOPA. En la actualidad tienen abiertas ocho líneas de trabajo en este campo, financiadas en su mayor parte por el Instituto de Salud Carlos III y la Asociación Española contra el Cáncer.

Hace cosa de tres años, el servicio de Endocrinología del HUCA les planteó un problema relacionado con el cáncer de tiroides. La cuestión es que en aproximadamente un 7% de pacientes, la biopsia no arrojaba resultados determinantes sobre si se trataba de una lesión benigna o maligna. Se optaba entonces por extirpar. Pero al analizar posteriormente las muestras se comprobaba que en la mayor parte de los casos esa cirugía hubiese sido innecesaria porque se trataba de tumores benignos. ¿Habría forma de poder saberlo antes? Fue lo que les preguntaron. Y sí, la hay. El grupo se centró en la identificación de biomarcadores moleculares, esto es, procesos quimicos que regulan el funcionamiento de nuestro ADN y que, en casos de cáncer, están alterados. Consiguieron identificar tres biomarcadores. El proyecto, pendiente de revisión y patente, está a punto de concluir.

Apenas iniciada está la investigación para identificar biomarcadores de histonas para el pronóstico, diagnóstico y respuesta a fármacos en distintos tipos de cáncer: colon, vegija, próstata y tiroides. Con esos no solo se consigue determinar la existencia de un cáncer, sino que «podemos distinguir diferentes subtipos de cáncer, si va a ser más o menos agresivo, lo que va a progresar, si va a responder o no a un fármaco».

Inv. de Epidemiología del Cáncer de la U. de Oviedo e Instituto de Inv. Sanitaria del Principado (ISPA)

Adonina Tardón

Su trabajo estrella es el estudio CAPUA, «el estudio de cáncer de pulmón más importante en España». Un proyecto ya en su fase final que permitirá «que evaluemos cómo hacer detección, algo muy importante en Asturias, porque aquí la incidencia es alta».

¿Su objetivo? Colocar al Principado como «una comunidad pionera» a la hora de implantar un programa de cribado como el que ya se hace, por ejemplo, con el cáncer de mama. «Hay que ponerlo en marcha». «Lo que se está viendo en Estados Unidos e Italia es que se detecta antes de que sea irreversible. Porque el problema que tenemos ahora es que el 60% de los casos se detectan cuando ya están muy avanzados».

Así que, de cara al futuro, Adonina Tardón apuesta «por la prevención individualizada» para «que el cáncer no aparezca», cortar desde la raíz. Y, para eso, pide voluntad política: «Apuesto claramente por la medicina preventiva individualizada y personalizada de problemas de salud como el tabaquismo en Atención Primaria. Pero, para eso, hay que dotarla. Un ejemplo: las unidades para combatir el tabaquismo son fantásticas, pero hay muy pocas. Tienen que instaurarse en todos los centros de salud».

Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA)

Rosa Sainz

Lidera un grupo en el que estudian los mecanismos de resistencia al tratamiento, porque «las células tumorales, en algunos casos, desarrollan resistencia a los tratamientos convencionales de quimio y de radioterapia. Así que estudiamos cuáles son las razones celulares y moleculares para tener esa fuerza y buscamos estrategias para ser capaces de vencer a la célula tumoral».

En su campo, una de las líneas con más fuerza es el desarrollo modelos preclínicos: «A partir de pequeñas muestras de tejido o de células de los pacientes, esos modelos preclínicos nos van a permitir ensayar estrategias terapéuticas y vamos a ser capaces de identificar aquellas que, de forma individual, sean o no sean útiles para un paciente en concreto. Nosotros trabajamos en ver por qué, cuando tú le das a dos pacientes con el mismo tipo de tumor un tratamiento, en uno funciona y en otro no».

Pero, para eso, advierte, «hay que invertir»: «Hay una demanda a nivel nacional por parte de los investigadores para que haya una estrategia continua e importante en cuanto a inversión en investigación oncológica. Porque no estamos al nivel de otros países. Los investigadores españoles son extraordinarios. Son mejores que los futbolistas. Pero los recursos que recibimos aquí son muy inferiores a los que reciben en otros países. Solo hay que ver lo que ha pasado este año: en la convocatoria regional de grupos, a excepción de uno, no se ha financiado a los grupos de investigación en cáncer». Por no hablar de que «la estabilidad, la seguridad y la confianza en el personal investigador también es mucho menor en España»: «La gente aquí sigue teniendo contratos basura y temporales para hacer cosas tan importantes como estas».

Área de medicina de precisión del Instituto de Medicina Oncológica y Molecular de Asturias (IMOMA)

Rubén Cabanillas

«La medicina de precisión no es el futuro, sino el presente»

Encontramos a Rubén Cabanillas en Suiza, trabajando en varios proyectos de investigación, pero todos con línea común: «Acelerar o facilitar la traslación de los avances en genómica a los pacientes». O lo que es lo mismo: «Desarrollar herramientas que permitan trasladar esos avances a la práctica clínica. Porque, ahora, integrar esos resultados es muy laborioso. Requiere tiempo y conocimiento. Y es una de las grandes barreras a la hora de implementar la medicina de precisión», afirma Cabanillas.

Lo explica de otra manera: «¿Cómo consigues que la genómica sea para un médico como una radiografía? Que sea práctico, que no requiera conocimientos muy profundos ni mucha dedicación de tiempo. Que no le rompa el flujo. Porque toda esta genómica, la medicina de precisión, no es el futuro, sino el presente. El problema es que no está democratizada».

La gran motivación de este especialista es «reducir el hueco que hay entre el descubrimiento y su aplicación. Porque hay mucho conocimiento, ¿pero cómo hacemos que los pacientes se beneficien de él lo antes posible? Ahora tenemos herramientas tecnológicas, informáticas, para acelerar esa transmisión».

Y todo eso, con una pandemia de por medio, que ha provocado que algunos proyectos del IMOMA «se hayan retrasado unos seis meses. La ventaja es que el núcleo de nuestros proyectos está financiado por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Y esa financiación no se ha visto modificada». Se trata, este, de un centro «singular», que recibe a pacientes complejos: «No somos la primera línea de diagnóstico. Lo que sí podemos decir es que ahora nos encontramos con tumores más avanzados, más complejos, que los que veíamos hace dos años. Si en 2019 estos eran un 20 o un 30% del total, ahora suponen fácilmente un 40 o 50%», finaliza.

Sección de Oncología de Cabeza y Cuello (HUCA) y Grupo de Cáncer de Cabeza y Cuello (IUOPA/ISPA)

Juan Pablo Rodrigo

«No trataremos tumores en el futuro, sino a pacientes individuales»

A este grupo de entre 20 y 25 investigadores se debe, entre otras, haber descrito por vez primera algunas alteraciones implicadas en el desarrollo de cánceres de cabeza y cuello y conseguido implementar marcadores que facilitan el diagnóstico y el pronóstico de los pacientes. Pero el futuro es más ambicioso: «Nos dirigimos a la medicina de precisión, no a tratar al tumor de forma genérica, sino al paciente de forma más individualizada», detalla Rodrigo. Así, se podría combinar mejor la eficacia en la lucha contra el cáncer con la minimización de los efectos secundarios. «Estamos buscando marcadores predictivos que indiquen los tratamientos más eficaces para cada paciente; es que, en el caso de los cánceres de nuestra área, los estamos tratando prácticamente igual que hace 30 años», se queja. El futuro también pasa por «conseguir identificar nuevos fármacos y estrategias terapéuticas que beneficien a pacientes por los que ahora mismo no podemos hacer nada», detalla el responsable de la unidad.

La pandemia no ha frenado en exceso la labor de este grupo. Solo la investigación en el laboratorio durante el confinamiento y su trabajo con la saliva durante 2020. «Estamos buscando marcadores en esta que nos sirvan para el diagnóstico y el seguimiento de pacientes», explica, algo práctico pues la saliva es muy accesible y está en contacto con nuestros tumores.

Fuente El Comercio: Leer noticia

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