Stamatakis y col. (2022) de la Universidad de Sydney, Australia, estudian la actividad física intermitente y vigorosa, de 1 a 2 min de duración, que se realiza en la vida cotidiana, sin encuadrarse como un programa de entrenamiento. Aunque los requerimientos para ser activo son: realizar entre 150 y 300 min de actividad moderada o 75-150 de actividad intensa, a la semana, estos autores demuestran que “toda actividad cuenta”. Aquella personas que realizaban una actividad física intermitente en la vida cotidiana, mostraron una reducción entre un 38-40% del riesgo de mortalidad general y por cáncer y una reducción entre un 48-49% de enfermedad cardiovascular. Además, simplemente con una dosis de actividad vigorosa de 4,4 min al día, ocasiona una disminución entre 26-30% de la mortalidad general y por cáncer, y entre un 32-34% de la mortalidad por enfermedad cardiovascular.

https://www.nature.com/articles/s41591-022-02100-x