Obras completas de Jovellanos

Lechuzas de la lámpara de Apolo, que arde en el templo augusto de la Fama, pretender extinguir su noble llama es aspirar al sacrilegio sólo.

Non surdis Orpheus Lippis, non magnus Apelles. Como treinta Demócritos me río, cuando acusas mi sorna y mi paciencia

¡Oh!, qué amargos penosos momentos pasa el triste viajero en el mar, cuando baten su nave los vientos y en la

No existe, Arnesto, ya ni remembranza de los claros varones, que a la frente de ibéricas legiones llevaron el terror y la matanza

Sáficos Sagrado Marte, que de los iberos propicio numen tutelar te precias, desde do nace reluciente Febo hasta el ocaso;

Dobla sin susto al yugo sacrosanto, claro Felipe, el receloso cuello, mientras el sello a tu futura dicha pone Himeneo.

Amor, pues rota la fatal coyunda, me has arrojado de tu dulce imperio, y el cautiverio de mi fe soltaste, duro y tirano,

¿A dónde vas, vestida de suaves resplandores, con paso tan callado, oh reina de la noche,

Ven , noche amiga, ven, y con tu manto mi amor encubre y la esperanza mía; ven, y mi planta entre tus sombras guía a ver de Clori el peregrino encanto;

Ven, ceñida de rayos y de flores la rósea frente, oh plácida mañana; ven, ven, y ahuyenta con tu faz galana la perezosa noche y sus horrores;