Debe evitarse además que la defensa, bien oral, bien por escrito, sea una mera repetición de lo ya expuesto en la tesis, puesto que esa información ya es conocida por los examinadores. Debe tenerse muy presente que este acto de defensa constituye un examen tanto de la tesis como de su autor, y no un mero acto de protocolo académico.
Aunque la costumbre varía de unas instituciones a otras, recomendamos que, en el caso de un examen oral, la duración de la exposición del candidato oscile entre los diez y veinte minutos como máximo. Si se trata de un examen por escrito, el informe debería tener una extensión recomendable de unas 2.500-3.000 palabras.
Los tribunales examinadores del TID constan de al menos tres miembros, todos ellos doctores, que sean además profesores de programa de doctorado en el que se inserta el trabajo. El director del trabajo de investigación puede formar parte de ese tribunal. Dicho tribunal suele estar presidido por el director del programa de doctorado, o el director del programa de posgrado.
Una vez que el candidato ha concluido su exposición, los diferentes miembros del tribunal pasan a debatir el trabajo de investigación con el candidato, haciendo los comentarios, señalando las objecciones, argumentando sus críticas, sopesando los elogios y formulando las preguntas que consideran pertinentes, a todo lo que, según el procedimiento que señale el presidente del tribunal, el examinando deberá tratar de dar respuesta satisfactoria. Hay básicamente dos procedimientos para desarrollar el debate: el primero consiste en responder individualmente a cada vocal examinador, especialmente si hay preguntas puntuales. El segundo, más habitual, consiste en que el examinando responda al final de las intervenciones de todos los examinadores, ya que de ese modo se evitan las reiteraciones de los puntos donde pueda haber solapamiento y además se dispone de más tiempo para preparar adecuadamente las respuestas.