El liberalismo se presenta como un tigre que devora todo a su paso. Cádiz sirvió de ejemplo para las revueltas de Nápoles y Turín y el autor teme el final del mundo del Antiguo Régimen. Dios y Luis XVIII salvarán a España de liberales, judíos y moros culpables de impiedad, insolencia e infidelidad. La independencia de las colonias americanas constituye el telón de fondo: servirán como ‘alcantarillas para la rabia salvaje y frenética’ de los liberales.