España sufre una enfermedad más perniciosa que la fiebre amarilla de 1820, la de la guerra civil, provocada por ‘soldados perjuros’. Tras llegar a Francia las plegarias españolas de los partidarios de la fe, Dios envía al ejército francés para restablecer el orden en el país. Dirigidos con prudencia y disciplina, los soldados franceses, antiguamente el terror de la población, se trasforman ahora en ‘salvadores de los pueblos’.