Recientemente una de mis estudiantes realizó un viaje para presentar resultados de nuestros proyectos científicos en un congreso internacional. Por un error, a la hora de reintegrarle los gastos, le pagué 0,52 € de más. Para que los gastos puedan ser tramitados, es necesario que ésta chica dedique media hora de su tiempo a preparar una carta renunciando voluntariamente a los 0,52 euros. La ha de firmar, y mandar el original desde Holanda, donde realiza una estancia de investigación. El envío por correo puede costarle unos 3 euros. Es decir, para subsanar una diferencia de 0,52 € se ha perdido media hora del tiempo e una persona y se le ha hecho pagar un importe aún mayor. SI no, la Universidad no tramitará ese pago. Seguro que a mi estudiante no le importa pagar los tres euros del correo. Al fin y al cabo está costeando su estancia de investigación en Holanda con su propio dinero.
Recientemente, el Principado de Asturias nos ha denegado la subvención para desarrollar nuestra investigación. Nuestro grupo ha publicado en las revistas más prestigiosas (p.e.Science, Nature) y ha impulsado el único Máster Internacional enteramente impartido en inglés en Oviedo. Nada de eso ha sido tenido en cuenta, y ahora carecemos de medios para costear gastos básicos como los costes de publicación, la asistencia a reuniones para lanzar nuevos proyectos o iniciativas docentes o asistencias acongresos como la de mi estudiante. Nos han informado de que hay materia suficiente para seguir la vía contenciosa-administrativa contra el Principado de Asturias. Pero los costes de ese pleito debemos pagarlos nuestros bolsillos, y ya no estamos por la labor. Con pagar de nuestro sueldo los pequeños gastos de investigación tenemos bastante. Como diría el investigador José Luis Torrente, recurrir no, «que me canso». En el fondo, esto nos hace jóvenes. Nos retrotrae a hace 20 años, cuando no teníamos medios, ni fondos para investigar, pero sí mucha, mucha ilusión.