Desde muy joven -apenas tenía 14 años- José Peñalver se desplazó desde su Andalucía natal hasta Asturias en busca de trabajo y una vida mejor. Ya tenía familia en Pola de Lena y en Muñón Cimero, y un hermano mayor trabajando entonces -eran los años 50 del siglo pasado- en la mina de mercurio de La Soterraña. A los tres años, tuvo su primer empleo como minero en esta explotación, hace tiempo clausurada. «Era todo penoso, las condiciones y los materiales con los que teníamos que tratar, el mercurio y el arsénico», recuerda ahora a sus 82 años. «Lo que quedó allí es puro veneno y está todo lleno de esas sustancias tan peligrosas; la verdad es que no me extraña que los vecinos de la zona tengan miedo porque empeore su salud».

Peñalver estuvo poco más de dos años en esa explotación. «Hasta que perdió la vida mi hermano Antonio cuando tenía 29». En ese tiempo, relata, pudo comprobar los efectos de los materiales en las personas. «Vi como a un trabajador se le cayó un testículo. Había jóvenes en la zona que comían de algún frutal cercano y se ponían enfermos e, incluso, hasta fallecían. Pero había que seguir extrayendo mercurio», relata.

El antiguo trabajador de La Soterraña reside ahora en invierno en Andalucía pero regresa cada verano a Asturias, «una tierra que me acogió y a la que quiero mucho». Sigue con atención las noticias sobre el futuro de la antigua explotación, el proyecto liderado por la Universidad de Oviedo para usar áridos con los que retener, en cierto modo, los materiales contaminantes y que estos no se desperdiguen por el territorio. «Eso son tonterías; son sustancias se van a quedar ahí y seguirán siendo peligrosas. El riesgo se encuentra en el agua, en que arrastra las partículas y las extiende por la zona. ¿Lo que yo propongo? Que se recoja todo ese material y se meta dentro de la mina. Eso no puede estar por ahí», subraya.

Esta instalación funcionó desde 1950 hasta 1974. «Las condiciones eran penosas. Yo vivía con una hermana en Muñón Cimero y caminaba todos los días los más de cuatro kilómetros hasta la explotación. Entraba a trabajar a las cinco y había días que no salía de allí hasta la una de la madrugada del día siguiente. Cuando murió mi hermano, lo dejé, y me casé con la viuda para poder hacerme cargo del sobrino. Años después, enviudé yo y me volví a casar». Tras La Soterraña siguió siendo minero en otros lugares, como en Figaredo o Mina Dominica. «Entonces ya me fui a vivir a Pola».

Proyecto experimental

Asegura que todo ha cambiado desde entonces, sobre todo la gente. «Antes había un sentimiento de orgullo y de solidaridad entre los propios vecinos; las puertas de las casas quedaban abiertas. Eso ya pasó». Asegura que le gustaría que se borrara la huella dejada en La Soterraña. Sus recuerdos de lo que allí vivió van a estar siempre con él.

Se van a destinar unos 1,4 millones de euros para ejecutar el proyecto experimental de descontaminación de esta mina. Y se va a utilizar una técnica pionera: se utilizarán materiales residuales de empresas asturianas como escoria de alto horno, yesos, cenizas de térmica y restos de la fabricación de cemento para captar y retener» los elementos contaminantes. Pero eso también genera otra preocupación entre los vecinos. Por eso, representantes de asociaciones de Muñón Cimero han trasladado por registro al Ayuntamiento de Lena información sobre este proyecto y su impacto en quienes residen cerca de la antigua explotación.

Estefanía Díaz es la directora técnica responsable del proyecto para descontaminar la antigua mina de mercurio. Recientemente señalaba que la idea es aplicar los posibles usos de lo que denominan ‘subproductos’ para contener el mercurio y el arsénico que se producía en esta instalación. Los ensayos han sido satisfactorios en el laboratorio y ahora se van a aplicar también en la vieja explotación de El Terronal, en Mieres. Se trata de las actuaciones asociadas al proyecto SUBproducts4LIFE.

Fuente: El Comercio

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