La biotecnología española debe apostar por los sectores alimentario y vegetal para competir

La biotecnología alimentaria y la aplicada a lo vegetal son dos ramas abandonadas por los principales países líderes en el sector: EE UU, Canadá, Reino Unido y los países nórdicos europeos.

Por eso “la biotecnología española debería enfocarse a estos dos campos de especialización por ser un sector empresarial creciente y un nicho de mercado en el que España puede entrar en competencia”, declara a SINC Isidre March-Chorda, autor principal del estudio e investigador del Departamento de Dirección de Empresas de la Facultad de Economía de la UV.

El propósito de esta que ha investigación, que se ha publicado en el último número de la revista Technology Analysis & Strategic Management, era analizar con detalle el comportamiento de las empresas biotecnológicas españolas en el curso 2004-2005.

Los investigadores elaboraron una base de datos a partir de otras existentes en la Fundación Genoma España y en la Fundación ASEBIO, e identificaron 102 empresas con sus datos económico-financieros y con una serie de variables para el análisis.

Según el estudio existen dos modelos de negocio. Por un lado, el modelo de vía larga o ‘modelo de biotecnología de descubrimiento’, que tiene predominio internacional y es la referencia en los países pioneros en esta industria (EEUU y Canadá).

“Estas empresas dedican 10 ó 15 años a desarrollar un nuevo fármaco. Al cabo de esos años consiguen transferirlo a una farmacéutica multinacional y recuperar la inversión. Buscan un descubrimiento y tener un gran impacto en el mercado”, explica March-Chorda.

Por otro lado, el modelo de innovación incremental y de orientación al servicio implica menores niveles de innovación y riesgo. Lo usan empresas que ofrecen servicios de diagnóstico, equipamiento para el sector médico, quirúrgico y clínico, en un entorno en el que hay mayor competencia y menor grado de diferenciación.

Del total de las empresas analizadas, sólo 16 muestran características típicas del modelo anglosajón (15,7% de toda la muestra), lo que revela la escasa presencia en España de empresas impulsadas por una invención o un enfoque de descubrimiento.

Sin embargo, a partir de 2001, España ha sido testigo de la creación de empresas de biotecnología basadas en el primer modelo de negocio. Estas compañías operan en el ámbito de la salud humana, y en la búsqueda de nuevas terapias biofarmacéuticas.

El problema de la financiación

España tendrá que enfrentarse a un obstáculo en los próximos años: el alto costo de desarrollo de nuevos medicamentos y su comercialización, que asciende, según el estudio, a 700 millones de euros.

“En España carecemos de un sistema de captación de capital para financiar este tipo de iniciativas con alto riesgo y con un período de desarrollo muy largo, que sí existe en el mercado anglosajón, donde cuentan con mercados de valores que aceptan empresas de biotecnología y está mucho más desarrollada la industria de capital riesgo”, confiesa el economista.

El problema está en que, al dedicar menos recursos a I+D, los productos tienen menor grado de novedad, el impacto en el mercado es menor y las empresas tienen una posibilidad de crecimiento limitado. Según March-Chorda, éste puede ser el motivo por el cuál las empresas biotecnológicas españolas no han multiplicado en poco tiempo su valor en el mercado, “como ocurre en el modelo anglosajón”.

Y concluye: “Si hubiera grandes empresas españolas que estuvieran dispuestas a invertir en este sector, se podría plantear la posibilidad de que surgieran más empresas biotecnológicas que siguieran el modelo anglosajón”.