Resúmenes

PONENCIAS:

Inmaculada Urzainqui, Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII: Feijoo y los límites de la libertad de expresión

Feijoo, pese a declararse «ciudadano libre de la República de las Letras» y ser defensor a ultranza de la libertad de pensamiento en todo lo que no atente al dogma católico, no deja de proclamar también —desde distintos ángulos y en diversos lugares de su obra— los límites (o, se podría decir, las líneas rojas) que la escritura no debe traspasar si se quiere lograr una cultura comprometida con la verdad y la honestidad intelectual. 

Juan Pablo Domínguez, Universidad de Navarra: Feijoo, la Ilustración y la tolerancia religiosa

Benito Jerónimo Feijoo fue uno de los principales ilustrados españoles. Y, sin embargo, en el último volumen de sus Cartas eruditas y curiosas, defendió la intolerancia religiosa con argumentos propios de la apologética católica de su tiempo. Más aún: su impugnación del tolerantismo se publicó justo cuando las censuras y discursos contra los philosophes empezaban a arreciar en España. Es cierto que apenas hubo españoles dieciochescos que abogaran por la tolerancia y que cabe, por tanto, leer las opiniones de Feijoo como típicas de la singular Ilustración hispana. Pero el sabio benedictino se distinguió de otros ilustrados españoles por mantenerse al margen de la corriente regalista que, en su afán por someter la autoridad eclesiástica al poder político, sentó las bases teóricas de las aboliciones inquisitoriales de comienzos del siglo XIX. Y ese rasgo distintivo de Feijoo suscita interesantes preguntas sobre su lugar en la Ilustración española.

Fernando Bahr, Conicet-Argentina, Teología y libertad de pensamiento según el padre Feijoo

La corriente principal de la Ilustración francesa, corriente que se extiende desde Jean Meslier hasta, digamos, el Barón d’Holbach, es antirreligiosa y antiteológica. Concibe a la religión como un relato ficticio destinado a someter al vulgo y a la teología como el perfeccionamiento retórico de ese relato. Contra ellas elaboran una filosofía –el ateísmo– que, situada en el mismo nivel discursivo que la teología, demuestra su falsedad y la del relato que le dio origen. Es una pelea a muerte: demostrar la verdad del ateísmo implica destruir la mentira de la religión y su expresión retórica. En la presente ponencia, querría sostener que los escépticos modernos pensaban de otra manera esa relación entre teología y filosofía. Una y otra no estaban en el mismo nivel discursivo: la teología tenía como misión ordenar lo que era preciso creer en materia religiosa; la misión de la filosofía era, en cambio, explorar las diversas hipótesis que la razón humana, libremente, había elaborado o podía elaborar en torno a temas como Dios, el alma o el mundo. No había oposición, por lo tanto, o no debía haberla en tanto que cada discurso conservara su lugar preciso. Así lo concibió Montaigne, y de manera semejante lo concibió Feijoo en dos escritos del Teatro crítico universal de los que nos ocuparemos: «Escepticismo filosófico» y «Argumentos de autoridad».

Fernando Durán López, Universidad de Cádiz: Contra el indiscreto celo de reformar: Lo que hay de más y menos en España, de José del Campillo, ante la censura (1786-1795)

Esta ponencia versará sobre las censuras recibidas a finales del XVIII por la obra Lo que hay de más y de menos en España, de José Campillo, ministro de Felipe V. Sus intentos de publicación tropezaron con un muro, en parte ya conocido, porque intervinieron diferentes instituciones, como la Sociedad Matritense o la Real Academia de la Historia. Jovellanos fue uno de los censores, pero hubo varios más. Los objetivos son dos: en primer lugar, incorporar a este panorama otras censuras desconocidas, encargadas por la Vicaría de Madrid y conservadas en el Archivo Histórico Diocesano de Madrid. Pero no se trata solo de completar el cuadro documental, sino de plantear una reflexión sobre cómo instituciones censoras y censores individuales que representan sensibilidades y grupos diferentes coinciden, con uno u otro matiz y a lo largo de varios años, en considerar la obra impublicable, lo que vendría a corroborar el carácter consensual de la censura como un acto del Estado en su conjunto, que las clases letradas aceptan con convicción, con argumentos y agresividades variables, pero coincidentes en la idea de que una crítica acerada a la realidad española firmada por un ministro no es tolerable en el espacio público impreso. Esto ayuda a perimetrar cuál era el alcance y la naturaleza reales del debate crítico admisible, más allá del planteamiento simplista de una crítica reprimida por un poder represor.

Marina Torres Arce, Universidad de Cantabria: «Lo que mandó borrar el Santo Tribunal». Inquisición, censura y regalismo borbónico

En 1739 la censura inquisitorial recayó en uno de los discursos recogidos en el tomo VIII del Teatro crítico universal de Benito Jerónimo Feijoo. La delación ante el Tribunal parece que había venido de otro eclesiástico. La Inquisición estimó que dos párrafos del discurso XI, Importancia de la ciencia física para lo moral, debían ser eliminados de todos los ejemplares recién editados. La disposición se cumplió de forma inmediata y generalizada, mientras Feijoo, que unos años antes había defendido la labor censora del Tribunal, se empeñó, sin éxito, en explicarse públicamente para borrar esa mancha en su reputación. En 1759, la quinta edición de ese mismo tomo salía de la Imprenta del Supremo Consejo de la Inquisición y en su página 364 se mantenía la referencia a «los párrafos o números 74 y 75 que faltan, los mandó borrar el Santo Tribunal, por contener doctrina peligrosa». La censura a posteriori constituyó un medio más en manos de la Inquisición para ejercer su función de control social, ideológico y cultural. El de Feijoo fue un caso más, y no el más relevante ni el más severo, en la actividad represiva inquisitorial que en el siglo XVIII intensificó su intervención en materias que iban más allá de las propiamente relacionadas con la ortodoxia y la moral católicas. La censura inquisitorial constituyó entonces un frente de tensión ocasional con los gobiernos borbónicos, pero también se alineó muchas veces con los intereses de la monarquía. La censura inquisitorial fue, de hecho, uno de los ámbitos en los que regalistas, reformistas e ilustrados centraron su atención –también sus críticas– y articularon sus propuestas de reforma del Tribunal; reformas que no se dirigían a la eliminación del Tribunal ni de la censura, sino al sometimiento del procedimiento y la actividad inquisitoriales al poder real y a los objetivos que promovían sus ministros. En esta conferencia se abordan estas problemáticas –atendiendo a las coyunturas y algunas de las personas que, con lógicas y posiciones distintas, participaron en ellas– que ponen en evidencia las complejidades y contradicciones del Siglo de las Luces en España.

John C. Laursen, Universidad de California-Riverside: La renuncia de Feijoo del escepticismo y el materialismo en las Cartas eruditas

This paper explores Benito Feijoo’s later writings, the Cartas eruditas, y curiosas (1742-1760), for what they have to say about recent European philosophy and materialism. Although Feijoo was open to early modern skepticism and some elements of early modern philosophy in the first decades of his career, by the last two decades he had become much more wary and suspicious of developments in recent European philosophy. This paper will track his disillusionment and distancing from those developments, in defense of church and state.

COMUNICACIONES:

Marta Friera, Universidad de Oviedo: Leer para pensar: un acercamiento a las bibliotecas asturianas de la segunda mitad del siglo XVIII

La Asturias ilustrada a la que dio comienzo el padre Feijoo se muestra en las bibliotecas de algunas de las personas que ocuparon cargos y posiciones de relevancia política y cultural en la segunda mitad del siglo XVIII, en buena medida legado de aquel. En la comunicación, haremos un repaso de algunas de ellas, conocidas a través de los protocolos notariales con inventarios de bibliotecas, con el fin de reflexionar sobre cómo para el desarrollo de la libertad de pensamiento y para filosofar, objeto del congreso, es indispensable la lectura y formación. De paso, quizás podamos analizar cómo fue posible que, en un territorio en principio periférico de la Corona de Castilla, como era el Principado de Asturias, surgiera un grupo de hombres que crecieron en hogares ilustrados y que fueron protagonistas del tránsito entre el Antiguo Régimen y el Liberalismo, y alguno de ellos, incluso participaría en el primer reconocimiento del derecho a la libertad de imprenta aprobado por las Cortes de Cádiz. 

Javier Muñoz de Morales, Universidad de Gante: Una novela contra la libertad de filosofar a finales del XVIII: El secretario filósofo (1800) de Pablo de Olavide

La Ilustración radical siempre tuvo obstáculos evidentes al desarrollarse en territorio español. La heterodoxia que radicaba en sus correspondientes filósofos no agradó nunca a los pensadores hispanos más conservadores, que dieron cuenta de ello en sus correspondientes obras. En ese sentido, las posibilidades que la ficción novelesca ofrecía eran muy atractivas, ya que ese género, que no tenía ningún compromiso con la verdad, permitía impunemente ofrecer perspectivas sesgadas y deformadas sobre los filósofos irreligiosos de la Ilustración. Uno de los primeros casos fue El impío por vanidad (1795) del padre Martínez Colomer, una obra cuyo principal antagonista estaba caracterizado por una horrible perversidad consecuencia de haber leído a autores como Helvétius, Bayle, Voltaire o Rousseau. Numerosos novelistas españoles tomaron ejemplo de este texto y compusieron novelas similares a finales del XVIII y principios del XIX, como El Evangelio en triunfo o historia de un filósofo desengañado, de Pablo de Olavide, o Don Papis de Bobadilla, de Rafael José de Crespo. Estas dos últimas en particular tenían un componente más ensayístico que novelesco, en tanto que el argumento es solo un pretexto para rebatir la filosofía atea con excursos de tipo moral. Pero el mismo Olavide publicó, con posteridad, una novela diferente y menos conocida en la que ataca igualmente a la Ilustración desde una perspectiva diferente. Se trata de El secretario filósofo (1800), una novela breve que parece inspirada directamente en El impío por vanidad, aunque literariamente resulta muy distinta. En este caso, el escritor limeño huye de los excursos morales en favor del efectismo y consigue, de esta manera, un texto en el que la crítica a la heterodoxia brota de lo dramático. El secretario filósofo se convierte en una de las novelas más violentas de las letras hispanas en esa época, quizá la que más, debido sobre todo a la perfidia con la que aparece caracterizado su protagonista. Este «filósofo» aventajará sobradamente en perversidad al otro que vemos en El impío por vanidad. La filosofía irreligiosa no solo llevará a que el personaje se comporte de un modo considerado indecoroso, sino a que perpetre un retorcido chantaje a gran escala con el objeto de arruinar, de un modo totalmente sádico y gratuito, la vida del hombre para el cual trabajaba. Tan solo tenemos una muy breve explicación a la psicología de ese sujeto y al origen de tanta maldad: los libros de Voltaire que leía. La presente ponencia pretende explicar cómo esta novela pudo difundir una muy mala imagen de los filósofos heterodoxos entre el público más general y menos especializado de la España de entonces.

Eva Velasco, Universidad Rey Juan Carlos: La Historia Eclesiástica en el siglo XVIII: traducción, censura y polémicas doctrinales

La Historia Eclesiástica fue una de las principales ramas de la investigación histórica en los países católicos en el siglo XVIII. Sin embargo, no fue un asunto ajeno a las controversias y polémicas doctrinales. El enfrentamiento entre las posiciones regalistas y jansenistas, o el conflicto entre la autoridad papal y la iglesia nacional tenían en esta rama de la Historia un ámbito propicio de expresión.  El objetivo de esta comunicación es identificar y analizar los principales textos de historia eclesiástica que se elaboraron o tradujeron en España, con especial atención a la línea doctrinal y a la finalidad que se perseguía. Tanto las traducciones como las obras autóctonas tuvieron que pasar por el filtro de la censura previa, lo que nos permite también estudiar qué problema o no se percibían en estas obras y que implicaciones doctrinales y políticas tenían. 

Jorge Chauca, Universidad de Málaga: Los límites de la razón: censura y pensamiento reaccionario en la batalla cultural contra los falsos filósofos

El Siglo de las Luces alumbró también a la Monarquía Hispánica en ambos hemisferios, si bien la Ilustración católica no superó los límites impuestos por el Antiguo Régimen. Es más, proliferaron autores que conformaron lo que podemos denominar una escuela reaccionaria española frente a lo que identificaban culpablemente como falsa filosofía, cuando no con virulentos ataques a obras y escritores. Ciertamente su combate fue más individual que colectivo, pero junto al frente institucional encabezado por la censura, inquisitorial o académica, encarnaron una cultura de la cancelación o la injuria, dependiendo del caso y de las posibilidades existentes. Además, elaboraron, sin pretenderlo, un corpus ideológico llamado a prolongarse en el tiempo y en acendrada defensa de la longeva alianza entre trono y altar. Frente a la filosofía falsaria o los sucesos revolucionarios, se levantó un muro que tardó en caer y finalmente mutó para su supervivencia.

Francisco Sánchez-Blanco, Universidad del Ruhr: Los orígenes de la Ilustración en España: la defensa del escepticismo empirista

Es objeto de discusión generalizada la cuestión de si los comienzos del movimiento intelectual que denominamos ‘Ilustración’ se remontan a la visión monista de la naturaleza, propuesta por Spinoza (Jonathan Israel), o, por el contrario, si hay que conceder prioridad a la crítica de las religiones positivas y presuntamente reveladas (Martin Mulsow), que se cristaliza en las obras de Bayle a la estela de socinianos y libertinos de épocas anteriores. En ambos casos queda un poco marginada la virtualidad histórica del empirismo escéptico de Francis Bacon y Robert Boyle en los comienzos de la Ilustración. Estoy convencido de que trazar líneas divisorias entre las diversas fuentes es demasiado artificial, porque las tres corrientes se presentan entrelazadas unas en otras y se potencian mutuamente. A Roma conducen muchos caminos. En este marco polémico vamos a fijarnos en la obra de Feijoo y en los autores que sirvieron de orientación a los primeros novatores españoles. No se trata de acumular citas ni de establecer filiaciones unilaterales o de ubicar a los autores en una escala de radicalidad, sino de hacer una lectura paralela, que descubra cuestiones filosóficas candentes y preocupaciones antropológicas comunes, subrayando puntos de contacto y el diálogo implícito y explícito entre los autores europeos, teniendo presentes las circunstancias especiales en las que sus obras se desarrollan y se leen en el ámbito hispano. […]

Joaquín Castellá, Universidad de Valencia: Convicción confesional y tolerancia intelectual en Feijoo

La fuente confesional del catolicismo ha constituido el complemento vertebrador de la monarquía hispánica a lo largo de su historia, por cuanto que contribuyó a dotar de unidad y sentido a comunidades tan dispares como las que la conformaban. Podríamos decir que, de algún modo, para Feijoo su firme convicción confesional le afianzó en una posición privilegiada desde la que pudo articular la crítica del pensamiento y la actividad intelectual de su tiempo.  En la presente comunicación pretendemos argumentar, y justificar, que la perspectiva desde la que Feijoo legitima el recurso a una crítica productiva es la adopción de un escepticismo «prudente» al alcance de las posibilidades humanas, esto es, ajustado a los asuntos estrictamente temporales, y que considere con espíritu exigente esas cuestiones a la luz de la «razón natural». Dicho de otro modo, lo que se propone es adoptar una actitud filosófica con vocación y proyección práctica en su resolución donde quepa suspender el juicio circunstancialmente allá donde entren en colisión las instancias confesionales e intelectuales, emplazándose a contar con los elementos de juicio pertinentes. Pero lo que cabe destacar de la posición de nuestro autor en estas circunstancias es la alegación de que en ningún caso dichas controversias deben convertirse en un obstáculo que impida el fomento de un clima intelectual tolerante y abierto a las aportaciones de las nuevas ciencias que se demuestren eficientes y valiosas en la práctica, aun a costa de relativizar su encaje doctrinal en el ámbito de ciertas creencias religiosas establecidas por la Iglesia.  Por otra parte, la exquisita distancia analítica con que afronta las diversas controversias que aborda Feijoo se corresponde con la serena perspectiva que le concede el refugio de su celda y el arropamiento de su congregación. Orden, la benedictina, que a lo largo de su trayectoria destaca por sus inquietudes e iniciativas culturales y editoriales; habiendo contribuido decididamente, además, en la publicación y distribución de su obra. Dicho apoyo le permitió mitigar la presión censora de la Inquisición y disfrutar siempre de un criterio independiente no exento de una discreta cautela. Confiaba por encima de todo en la «fortaleza de la religión» que profesaba, que no precisaba de embustes ni de prerrogativa coactiva alguna para hacerse valer, y a la que animaba a revitalizarse desde los más simples principios evangélicos. Feijoo aboga por la necesidad de un cierto grado de credulidad en la vida del hombre, constituyendo un elemento sustancial de la condición humana, y abomina de la incredulidad como algo impropio de su condición natural y moral que incurre en un crudo materialismo y en un impío mecanicismo. Consideramos en definitiva que, para Feijoo, solo desde la seguridad de unos firmes principios espirituales se puede ejercer una crítica que, con honestidad, afronte las incertidumbres de la existencia humana, esto es, la búsqueda de las condiciones de posibilidad de una vida buena. Lo que habría que conjugar con su insistencia en que solo desde la tolerancia intelectual y la amplitud de miras se podían alcanzar las vías de desarrollo material y moral que la sociedad de la época necesitaba. 

María Fernández Abril, IES El Batán, Mieres: De la filosofía escolástica a la ciencia experimental: Feijoo en el panorama mexicano

n el trabajo de Salvador Cruz «Feijoo en México: notas de asedio», presentado en el primer Simposio del Padre Feijoo y su Siglo (Oviedo, 28 de octubre a 5 de septiembre de 1964), el investigador mexicano dibujó un arco de la recepción de las ideas de Benito Jerónimo Feijoo en México en el que un punto importante es el papel desempeñado por su obra en el tránsito de la filosofía escolástica a la ciencia experimenta. Aparte de la conocida impugnación de Francisco Ignacio Cigala, pruebas concretas de esta recepción son la publicación de José Ignacio Bartolache en el Mercurio Volante de 18 de noviembre de 1772 y la Oración vindicativa de Cristóbal Mariano Coriche (1763). La presente comunicación tiene como objetivo analizar cómo estos testimonios citados dialogaron con la ideología feijoniana para esclarecer coordenadas de la recepción de su pensamiento en Nueva España dentro del marco de la filosofía de la Ilustración.

Temática del congreso / Conference topics

Programa / Programme

Organización / Organising Committee

Envío de propuestas / Call for papers

Información práctica / Practicalities