Extraído del diario El Comercio, sábado 28 de marzo 2020.
«Yo sigo con las mismas rutinas porque las vacas no entienden de virus». La reguerana Lucía Velasco, presidenta de Ganaderas de Asturias, y con diecisiete años de experiencia en el sector primario, no ha modificado sus quehaceres en los quince días de confinamiento. Tiene 120 animales que atender, además de hacer labores de limpieza, entre otras muchas tareas.
Lo único que ha cambiado en estas dos semanas es que sus hijos le acompañan en todo momento al haberse suspendido las clases. El mayor tiene nueve años, le ayuda en todo lo que puede, y la pequeña nació hace un año y medio. La portea en una mochila ergonómica. «Este es una de los productos que más usamos las madres ganaderas», cuenta esta reguerana.
Ya ha sacado parte de sus vacas a los praos y «llegará un momento en el que tengamos que subirlas al monte. Lo haremos a primeros de mayo, aunque la fecha se puede retrasar un poco, pero no mucho porque en cuanto llega la primavera, ellas lo huelen».
Los últimos días ha tenido una elevada carga de trabajo. Cuatro vacas se han puesto de parto en solo dos jornadas y el número de sacrificios durante la primera semana de confinamiento fue elevado. Los supermercados demandaban una alta cantidad de carne, aunque ahora la balanza ya se ha nivelado: «Se ha sacrificado mucho, pero lo que vemos ahora es que se vende más añojo y ternera. El solomillo ha bajado de precio porque no se le da salida y la vaca vieja, que es lo que más compran los restaurantes, ya no se vende tanto al estar la hostelreía cerrada».
También influye que no hay ferias y las labores de saneamiento por el momento están suspendidas. La intención del gobierno regional es volver a retomarlas cuanto antes, ya que el sector primero nunca para: «Ahí no tengo queja y tampoco hemos tenido problemas con el pienso y el forraje». Las empresas que se lo sirven no han cerrado, aunque ahora les ofrecen la posibilidad de llevársela a domicilio, aunque «antes también lo hacían».
Para Velasco nada ha cambiado en estos quince días de confinamiento, salvo por la permanente compañía de sus hijos durante sus tareas.